lunes, 14 de noviembre de 2016

Las conexiones de un ‘negocio’ de tierras en Panamá en manos de venezolanos

Bosques ubicados en Colón se volvieron blanco de un “negocio” organizado por venezolanos que no escatimaron en usar a familiares y amigos para acaparar tierras. ¿Por qué este acaparamiento? Es una pregunta que los beneficiados no quieren responder o que evaden alegando desconocer la naturaleza del negocio.

Sin embargo, un nombre salta en el entramado: Juan Pablo Brons. Él, aunque se autodenomina “el tramitador”, alega desconocer cuánta tierra ha solicitado en una zona a la que, según confesó, demora más de seis horas en llegar.

¿Cómo se puede explicar que unas 3 mil hectáreas de zona boscosa en Coclé del Norte y San José del General –en la provincia de Colón– hayan sido solicitadas y la gran mayoría ya estén tituladas a favor de personas que no residen en el lugar, que nunca han estado en ellas y que no las usarán para su subsistencia? ¿Qué afectaciones a la flora y fauna del país podrían provocar estas titulaciones masivas?

Son preguntas que se negaron a responder funcionarios de la pasada administración que titularon 58 fincas que aglutinan 2 mil 652 hectáreas de las 2 mil 930 hectáreas que ha acaparado un grupo de unas 30 personas.

Para tener idea de la tierra acaparada, esa cantidad equivale a más del 20% de todos los terrenos cedidos a Minera Panamá de la concesión original en esa zona para la extracción de cobre en el distrito de Donoso, en la provincia de Colón.

¿Quién está detrás de este acaparamiento de tierras? Es una pregunta que los beneficiados no quieren responder o que esquivan alegando desconocer la naturaleza del negocio, pero un nombre salta en el entramado: Juan Pablo Brons, venezolano con años de vivir en Panamá, y cuya cédula la obtuvo en 2010.

Brons se autodenomina “tramitador”. “Cada quien decide cómo vive y cómo quiere hacer dinero. Yo aquí [...] he optado en invertir en inmuebles, en tierras”, dijo. Tierras del Estado panameño, para ser precisos.

Pero sus explicaciones son inconsistentes. Mientras que afirmaba que había decidido invertir en tierras, simultáneamente decía que él solo gestionaba su titulación. Así, alegó que en octubre de 2013 tramitó la titulación en las oficinas regionales de la Autoridad Nacional de Administración de Tierras (Anati) en Colón y Veraguas para 29 personas. ¿Y cuál fue su ganancia? “Ninguna”, aseguró, pues lo hacía por “amistad”, respondió sonriente.

“Soy el punto central, y yo fui el que le hablé a ellos [de las tierras]”, aseguró Brons, poniéndose en medio para evitar que La Prensa contactara a los 29 peticionarios de tierras (ver infografía).


Otra inconsistencia es que, aunque dijo ser el que gestionaba la titulación de las tierras, no sabe cuánta está a su nombre. “No lo recuerdo, pero puedo decir que nos manejamos bajo lo que permite la ley, que fue como me asesoraron cuando llegué”, reseñó Brons.

La idea de convertirse en terrateniente provino de un amigo topógrafo, que le habló de la “oportunidad” de conseguir tierras, dijo.

¿Quién es su amigo?, preguntó La Prensa.

– Manuel De La Cruz; es de Colón, pero trabaja a nivel nacional”, dijo Brons.

Dígame su número para localizarlo.

–“No, déjeme preguntarle primero si quiere hablar contigo”, respondió Brons.

“Un topógrafo amigo mío me comentó que había unos terrenos muy bonitos, vírgenes, por allá. Me pareció interesante y entonces nos pusimos en contacto con gente que nos vendió derechos posesorios y ese proceso de titulación fue rápido”, afirmó. En efecto, inusualmente rápido, corroboró La Prensa.

Entre Brons, su esposa ( Daniella Príncipe) y su suegra (Libia Fuenmayor) –también venezolanas– solicitaron, al menos, 434.6 hectáreas a Anati, de las cuales, a junio de 2014, llevaban tituladas casi el 80%.

El proceso para hacerse dueño de tierras estatales a través de la figura de derechos posesorios es tan engorroso que puede tardar años, incluso, décadas. Pero las solicitudes de este grupo de personas se procesaron en tan solo tres meses –se presentaron en Anati en abril de 2013 y en julio de ese año aparecieron los edictos en Gaceta Oficial– (ver facsímil).

¿Conoce usted a sus vecinos, porque estamos hablando de una zona muy amplia y boscosa?

–“Pues eso es puro bosque, ahí no se ve gente”.

¿Cómo se llega a estos terrenos?

–“Se llega por tierra hasta Miguel de la Borda [distrito de Donoso], después se sube a una lancha por hora y media, y luego, con gente en la zona, alquilas unos cayucos y te vas seis horas arriba, por río, y luego caminas hasta el lugar, bajo la lluvia”, explicó.

¿No le parece algo remoto como para buscar terrenos en esa zona?

– No, porque no lo estoy comprando para vivir, respondió Brons, quien reside en la exclusiva zona de Costa del Este.

Según el Código Agrario, el derecho posesorio se otorga bajo la premisa de que la tierra tendrá una “función social”, de subsistencia económica y manutención familiar. Estos derechos se confieren a personas que tienen ocupación física, mantenimiento y uso de la tierra por un período no menor de cinco años.

Se desconoce qué inspecciones de campo realizó la Anati y/o la entonces Autoridad Nacional del Ambiente, hoy Ministerio de Ambiente, para otorgar esos títulos.

¿PRESTA NOMBRES?

Aunque Brons dijo que el proceso de titulación se manejó de forma “transparente”, no todo está claro. Por ejemplo, June Ferdinand –nativa de Guyana–, su esposo, Evelio Rubio (venezolano), así como su hija, Junitza Rubio (venezolana), cuando solo tenían poco más de cinco años de estar en Panamá, ya acumulaban 412 hectáreas en un área boscosa e inhóspita.

Al principio, Ferdinand dijo desconocer de qué se le hablaba. Cuando se le indicó que este medio tenía copia de la documentación que acreditaba su posesión de las fincas en Colón, accedió a conceder una entrevista.

“Nosotras [ella y su hija] aparecemos porque estamos con ellos [su esposo Evelio Rubio y su yerno, Andrés Warnken], pero nunca he entrado al lugar”, aseguró, mientras se levantaba y se sentaba constantemente.

La guyanesa dijo no saber cómo se llega a Colón y menos a las fincas que, según los papeles, posee en Coclé del Norte. Pero indicó que su esposo y su yerno están al frente del “negocio” con sus “socios”. “Ellos tienen meses de estar yendo ahí con los socios, desde abril [de 2013]”, afirmó.

¿Y quiénes son esos socios?

–Uno era “Juan”, pero desconoce su apellido (probablemente refiriéndose al venezolano Juan Pablo Brons). “Ellos son los que están manejando el dinero. Nosotros aparecemos [como solicitantes de las tierras] porque estamos con ellos”, insistió.

Ferdinand desconoce muchas cosas, pero está muy clara del lugar donde se ubican “sus” tierras: cerca de Minera Panamá, dijo. Y, contrario a lo que señaló, su esposo, Evelio Rubio, no parece ser “socio” del llamado “Juan”.

Igualmente nervioso, Evelio Rubio aseguró que su participación en la distribución de tierras era en calidad de “apoyo” a su compatriota Juan Pablo Brons, quien maneja “la negociación”.

Afirmó que no recibió dinero por prestar su nombre en el proceso de titulación, pero está claro en que el propósito es “sacarle provecho” a la tierra. “Por ahora es la información que tenemos”, indicó.

Cuando se le cuestionó sobre participar en negocios que, según dijo, no conoce a fondo, señaló: “Vi el asunto como residente [obtuvo su cédula en febrero de 2013, al igual que su esposa]. La gente que viene de Venezuela ha venido a hacer inversiones, [pero] han salido mal parados también”.

Rubio indicó que ha ido “una [sola] vez” a los terrenos; que el recorrido “no puede realizarse en pocas horas”; tampoco pudo describir cómo se llega hasta allá ni describir el lugar que reclama como suyo ni quiénes son sus vecinos.

Interrogado sobre la cantidad de veces que ha ido a la Anati a realizar los trámites de titulación, respondió: ¿Ir a la qué... ? Seguidamente indicó que un abogado había hecho los trámites de titulación, pero no supo dar su nombre.

Sobre la cantidad de tierras que asegura poseer, primero dijo que su esposa y él tenían 300 hectáreas cada uno. Luego cambió: entre los dos tendrían esa cantidad.

“Para mí, todo tiene que ser transparente. Por eso di mi firma, para que se diera ese negocio. No pregunté cuánto dinero hay ahí, porque no lo sé ni tampoco tengo los papeles acá”, expresó.

Tras unos instantes de silencio y evidente incomodidad, Rubio dijo: “Usted tiene más información que yo sobre quién es el topógrafo, los terrenos... Creo que tiene razón cuando dice que cómo di mi nombre para eso”.

‘LUGAR BONITO Y REMOTO’

En el “negocio”, Brons no está solo. Lo acompaña su compatriota y socio Andrés Warnken, yerno de June Ferdinand.

Ante las declaraciones de sus suegros, Warnken opinó que no le parecía extraño que sus suegros expresaran desconocimiento del trámite de la tierra.

Tampoco a Brons: “Se les dijo que hay una oportunidad de [conseguir] unas tierras en este sitio; se les mostró el plano, que era un lugar boscoso, muy bonito y remoto, pero que nosotros nos ocupábamos de todo y ellos aceptaron”.

Al igual que Brons, Warnken –quien dijo tener más de cinco años de residir en Panamá–, aseguró desconocer cuánto terreno solicitó a la Anati. Además, cuestiona el interés de La Prensa por conocer de esos trámites.

Warnken tituló, al menos, 186.1 hectáreas, y su esposa Junitza Rubio, otras 161.6 hectáreas antes del cambio de gobierno.

NUEVA VERSIÓN

Esta investigación se desarrolló desde hace tres años, y ahora Brons y Warnken han cambiado la versión sobre las titulaciones que dieron cuando se les contactó la primera vez. Confirmaron que pidieron “el favor” a familiares y amigos para solicitar las tierras, y luego traspasárselas (Ver video en www.prensa.com).

¿No les parece que con esta acción están engañando al Estado?

– No. Nosotros no engañamos, dijo Warnken.

También despejaron el papel del “amigo” topógrafo en las titulaciones. “Somos socios Juan, yo y Manuel De La Cruz, que fue el primero que compró”, dijo Warnken.

Los venezolanos dicen que por ahora tienen mil 500 hectáreas, pero que lo ideal serían unas 3 mil para un proyecto de captura de monóxido de carbono que supuestamente planean desarrollar.

¿Cuántas veces han ido a los terrenos?

– Unas cuatro veces.

¿Cuándo fue la última vez que fueron?

El año pasado.

¿Ya las recorrieron?

– Si te digo que recorrí las mil 500 hectáreas, te mentiría. Eso es imposible, pero sí hicimos el camino, dijo.

¿Y los supuestos beneficiarios conocen estas tierras? ¿Ya las recorrieron?

– Hasta allá no... Entienden, pero no han ido. No [las] han recorrido con los pies. Esa es la verdad.


Fuente: Con información de Ereida Prieto-Barreiro http://impresa.prensa.com

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