domingo, 25 de abril de 2010

A votar

Por: Manuel Malaver - No puede sino celebrarse que la oposición democrática venezolana con todo el boicot, el ensañamiento y la impudicia con que intenta acorralarla el régimen autoritario y colectivista de Hugo Chávez, esté celebrando hoy domingo elecciones primarias en 15 municipios de 8 estados de la República para escoger candidatos a las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre próximo.
Y es que, cualquiera esperaría que encontrándose la democracia venezolana en emergencia sería lógico escoger los candidatos a las parlamentarias recurriendo a dosis cada vez más extremas de direccionismo, voluntarismo, e imposicionismo, del método, en fin, que se estila entre cúpulas y cogollos, alegando que, de convocar a la gente a decidir se correría el riesgo de debilitar a la oposición en el logro supremo de desalojar a Chávez de Miraflores.
Pero no son argumentos que se les puedan contar a demócratas cabales, sin briznas de dudas, como Ramón Guillermo Aveledo, Ramón José Medina, Leopoldo López, Enrique Mendoza y Enrique Capriles Radonski, los cuales, dieron lo mejor de sí mismos para que los factores democráticos, la mayor cantidad de factores democráticos posible, decidiera… pero sin menoscabar la democracia.

¿Que de repente la lista de seleccionados contiene más nombres de políticos orgánicos que los deseables, o que la representación de la sociedad civil o de las redes sociales brilla por lo exigua, o que no hay presencia de figuras independientes en capacidad de hablarle a todo el país, o que tocante a la proporcionalidad de las edades y de los sexos salieron favorecidos los cuarentones y cincuentones del sexo fuerte, o menos fuerte?

Pues ¿qué duda cabe?… Pero igual la posibilidad de que en el curso de las semanas y meses puedan hacerse ajustes y reajustes que permitan corregir omisiones y deficiencias y nos aproximemos al ideal, a la utopía, de que sean más los contentos que los descontentos, los satisfechos que los insatisfechos, los ganadores que los perdedores.

Porque a eso es, precisamente, que se refiere el sentido agónico de la democracia, a la imposibilidad de que en un acto donde no se puede elegir a todos sino a unos, no haya perdedores, y los que pierdan traten de rebelarse contra el resultado de una probabilidad a la que, sin coacción, se sometieron.

Y aquí es donde, el ser demócratas por principios y no por oportunidad, por convicción y no por emoción, por cultura y no por intereses subalternos, es esencial, pues no debería ser difícil entender que en democracia perder no significa otro cosa que prepararse para la victoria futura.

El moverse en el tiempo, aceptar los cursos y decursos, no dar nada por definitivo, y transformar triunfos en derrotas y derrotas en triunfos, es la clave de la permanencia de la democracia, una forma de vida que juega, idealmente, con lo efímero, rotativo, inestable, y entrañablemente paradójico, de los asuntos humanos.

Y pienso en los venezolanos con méritos inmensos para estar en las listas o las primarias de hoy domingo, en figuras como Oswaldo Álvarez Paz, Enrique Mendoza, Leopoldo López y Hermann Escarrá que, por distintas razones, no están asumiendo una representación que les corresponde,

Pero están, en compensación, Iván Simonovis, Lázaro Forero. Henry Vivas y Otto Gebauer, cuatro venezolanos ejemplares que pagan al costo altísimo de la pérdida de su libertad por su valentía y coraje a la hora de dar la cara por Venezuela.

También hay nombres del exilio como Rosales y Martínez que sabrán convencer al ejército de desterrados que ellos asumen su representación.

E igualmente están nombres estimadísimos como Gabriel Puerta Aponte, Andrés Velásquez y Gustavo Azócar y admirados como Ismael García, Pastora Medina, Wilmer Azuaje, Juan José Molina y tantos otros frente a los cuales no han validos las cárceles, amenazas, persecuciones y amedrentamientos de la tiranía.

Y por la libertad de los presos y el regreso de los exiliados, y porque Venezuela no continúe siendo una cárcel en ciernes que cierra puertas y más puertas, ventanas y más ventanas, costas y más costas, es que llamo a votar hoy domingo, a entregarle un mandato a aquellos postulados de sus preferencias.

Tarea difícil, pero no imposible, por más que se trate de que las diferencias entre unos y otros son mínimas.

Pero desde aquí, mi respaldo para María Corina Machado y Carlos Vecchio, Pablo Medina y Angel Casique, salgan o no electos y nos encontremos apoyando sus campañas para la asamblea o respaldando a los que resulten electos.

Es un reto en que el que no podemos fallar y negárselo a Venezuela es negárnoslos a nosotros mismos.

En cuanto a los electores -protagonistas fundamentales de todo evento democrático-¿qué duda cabe que llenarán los locales donde deben elegir, y que una vez depositados sus votos, se quedarán a vigilar y controlar les sea respetada su voluntad?

Será, en conclusión, otra gran manifestación de las tantas que el pueblo venezolano ha protagonizado en estos 11 años de lucha contra una autocracia postiza y extranjerizante, anacrónica y al margen de la ley y cada día más cerca de su colapso y arrollamiento.

En estas horas jugando a la abstención, a la división, al derrotismo y la apatía, de modo que menos electores contribuyan a que el 26 de septiembre se salga otra vez con la suya,

Supuesta victoria, pero porque la oposición no vaya a votar, y un CNE intervenido, le acomode los números,

Pero no será lo que ocurrirá en esta ocasión, no solo porque se trata de un guión aprendido, requeteaprendido, sino porque ahora el pueblo venezolano está convencido de que a Chávez no se le debe conceder, no digamos años o meses, sino semanas o días de oportunidad.

Fuente: Fuente: Manuel Malaver - La Razón / ND

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