domingo, 9 de marzo de 2014

“Leocenis habla claro” sobre situación política venezolana

Venezuela, siempre ha sido así, un país que le gusta el agite, la conspiración y el bochinche. Si no fuera así, no seríamos de los pocos países en tener brujos como candidatos presidenciales, ladrones y banqueros como dueños de medios, y para no ir más lejos bastaría mirar a nuestra Asamblea Nacional, donde un buen número de sus diputados, de oposición y gobierno, parecen sacados de aquella tira cómica televisada “Don Gato y su pandilla”, señala el periodista Leocenis García en su columna “Leocenis Habla Claro”, titulada, “El país de los golpes” en la edición 161 del semanario 6to Poder.
Esa realidad es la que provoca que mientras unos asisten a Miraflores a fumar la pipa de la paz (¿o el tabaco de los apaches?) otros prefieren dar la espalda a eso y seguir conspirando, porque -seamos francos- ningunos de los que hoy trancan su calle, su cama, su ducha y sus veredas lo hacen en el entendido que mañana llegue el pollo a la red Mercal, o que las tiendas de supermercados vuelvan a estar abastecidas y que mañana, juntados de las manos, canten por la paz de la tierra, aquella canción entonada en las misas al momento de darse el saludo de paz. Lo hacen en el entendido y en el pretexto de derrocar el gobierno. Digamos las cosas claramente.

El presidente Nicolás, como es obvio, está maniobrando, enterado de que es la cabeza de él la que andan buscando propios y extraños. La situación, en mi opinión, aún no se parece a la de abril del 2002 y está lejos de serlo, pero los jóvenes tienen la candela de la inmadurez, así que ellos no andan fuera de foco, como dicen algunos, ellos están claros en lo que hacen: están jodiendo. Como aquel cuento que me contó en prisión un amigo del cura que le dijo al sacristán que si moría en Sevilla lo enterraran en Madrid, y si moría en Madrid lo enterarán en Sevilla, y cuando el perplejo sacristán le preguntó por qué, le dijo: por joder.

Los estudiantes no trancan la calle porque esperan pacientemente la caída del presidente, aunque, claro está, no son gafos como para ignorar que eso podría sobrevenir. Lo hacen realmente para fastidiar al poder, para desgastarlo en un boxeo de sombras.

El gobierno aún tiene a su favor que la situación no pasa del este de Caracas y que en Catia, por ejemplo, la gente sigue ocupada de sus asuntos, que nada tienen que ver con esos temas románticos que interesan a la clase media nuestra, como el cierre de Daca -que más bien los pobres sintieron como una bendición- y la libertad de prensa, que tampoco les interesa, siempre y cuando no sean censurados los triples de loterías, las noticias de sucesos y el helicóptero de Trafic Center.

La Fuerza Armada Nacional, que es el partido más poderoso de la nación y no el PSUV ni Acción Democrática, no intervendrá, porque sólo unos tarados mentales pueden pensar que los militares le darán un golpe a Maduro para llamar a Leopoldo, a María Corina o a Enrique para que sean presidentes de una transición.

La única forma de que un escenario así se dé -lo veo hoy- está muy lejos, habida cuenta que la situación no ha llegado al extremo en que ríos de gentes tranquen las calles con sus humanidades, situación ésta que ya provocó un 23 de enero de 1958, cuando el general Llovera, preso de miedo y temiendo más por su vida que por la de su jefe, le dijo a Pérez Jiménez: Presidente, vámonos, que el pescuezo no retoña.

Yo no sé si esta Fuerza Armada es -como dicen- Fidelista, me cuesta creer que puedan ser un apéndice de Cuba, pues sus fusiles hace años no echan un tiro, así que nada en ese sentido pueden enseñarnos, pero lo que sí sé es que son chavistas, habida cuenta que Chávez fue a las FAN lo que el dólar a un empresario: su vida.

Estando así las cosas, hay tres juegos hoy día; uno de ellos en Miraflores, donde muchos de los que asintieron a la reunión, excepto Lorenzo Mendoza, no manejan ni bicicleta. Habría que ser suficientemente iluso para pensar que un enanito como Gustavo Perdomo va a pararse en alguna reunión y pueda lograr la atención de alguien; ese ser es tan nulo, a no ser por su súbita e injustificada fortuna, que en un partido de fútbol no lo tomarían como jugador sino como balón para caerle a patadas. O pensar, por ejemplo, que Leopoldo Puchi -que ni su mujer debe acordarse de su nombre- tiene convocatoria en el país.

Dejo la lista hasta ahí para no herir más susceptibilidades.

El otro juego está a la sombra, y lo manejan quienes quieren estar en el poder, uno de ellos es un general que quiere ser como aquel que sustituyó a Mohamed Morci cuando le dieron el golpe, y que durante la crisis se portó como mediador y conciliador entre los que protestaban y los que defendían al presidente de Egipto. Del lado de la oposición, Leopoldo y María Corina, que en su legítimo derecho quieren ser presidentes, y andan -como diría mi abuela- en una vaca loca y, quién quita, quizás se les dé.

Por último están los estudiantes, que por joder, agitan aquí y allá, protestan lo que sus corazones les dicta, y muchos de ellos claman, sin saberlo, los principios de un Estado constitucional en el cual la ley -la ley- respete la libertad y el honor, como decía una cancioncita que andaba por allí corriendo por las calles de Caracas, cuando los próceres firmaron la Declaración de Independencia, y que hoy por hoy todos entonamos como el Himno Nacional.

En lo que sí estamos de acuerdo, tanto el chavismo, la oposición y el empresariado, es que nadie quiere terminar cantando que “el vil egoísmo otra vez triunfó”.

Fuente: Columna “Leocenis habla claro” - http://www.6topoderweb.com

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