jueves, 2 de mayo de 2013

Reportaje denuncia "negocio redondo" tras el juego clandestino en el estado Zulia

La multiplicación de estos lugares es cada vez mayor en Maracaibo y algunas zonas de San Francisco. En el 2011, el Gobierno nacional emitió una resolución que dictaminaba la prohibición de estos sitios por evasión fiscal. Dueños cancelan vacuna a organismos de seguridad y hasta algunos funcionarios son propietarios, de acuerdo a un reportaje del diario Panorama.
“Hoy, a partir de las 7 de la noche gran mesa abierta con una entrada de 1.000 Bs. La mínima 10 y la máxima 20, con la mejor atención y con los premios a póker, escalera real, escalera de color, pero todo con dos cartas. Los esperamos detrás del C.C. Costa Verde”.

Con este mensaje de texto, al que se le añade un número telefónico de contacto para permitir el ingreso al lugar, a Javier se le hace agua la boca. El marabino, comerciante de 39 años, casado y con dos hijos, es asiduo jugador en algunos de los casinos clandestinos de la ciudad, lugares que cada vez más se multiplican en Maracaibo y algunas zonas de San Francisco, pese a una resolución emitida en la Gaceta Oficial N° 39.654, del 12 de abril del 2011, que lo prohíbe luego de que se detectara un incumplimiento con las medidas judiciales que los obliga a cancelar millardos al fisco nacional, producto de la evasión fiscal.

Javier llega a la invitación, una hora y media después de la pautada. No lo hace solo. Lo acompaña Jorge, un amigo que va por primera vez, previa invitación de Javier, como reza la normativa del lugar: Para entrar, el nuevo el cliente debe ser llevado o recomendado por otro usuario del casino. Además, hay otras normas como evitar la aglomeración de vehículos en las adyacencias para evitar sospechas, por lo que se recomienda la llegada en taxi o de varios clientes en un solo vehículo.

Lejos de las monumentales salas llenas de luces, al estilo Las Vegas, que existían en Maracaibo antes del cierre de las salas de juego, ahora estos espacios se esconden tras lugares más discretos, bajo fachadas de viviendas, en apartamentos de edificios de la zona norte, restaurantes que parecen haber dejado de funcionar, venta de baterías para vehículos, lujosas tascas- bares, en algunos de los sitios denominados sport book y hasta bajo la fachada de una línea de taxis o de una clínica veterinaria.

Como si los conociera como la palma de su mano, Javier menciona y recorre con un equipo reporteril de PANORAMA cuántos de estos lugares ha visitado en la ciudad, sin contar los que existen y él desconoce, además del “negocio redondo” que hay detrás de este entretenimiento, en el que la entrada puede variar entre 1.000 y hasta 20.000 bolívares... “A veces hasta más”, añade el comerciante.

“En la avenida 14A con calle 78 tienes uno que ha sido ya allanado en varias oportunidades. Hay otro en la calle 75 con avenida 9B, otro en la 71 con la 11. En Bella Vista había uno que tenía la fachada de un partido político y que fue allanado por los cuerpos de seguridad hace como tres meses, pero no trascendió a los medios porque los dueños eran funcionarios públicos. Hay otro muy cerca de la iglesia San Ramón Nonato. También hay solo mesas de Texas Holdem Poker que se han creado de forma discreta entre antiguos clientes de los bingos que fueron cerrados en el Maruma, el Hotel del Lago... Esos son clientes que se cuidan de no caer en un allanamiento en sitios donde hay máquinas traganíqueles y mesas de bingo y que solo juegan esta modalidad, que en otros países es aceptada como un deporte.

No todos son iguales. En algunos solo hay máquinas traganíqueles, en otros hay máquinas y mesas de Black Jack y Texas Holdem Poker, en algunos se suma el juego de bingo. Todo depende de la clientela del sitio. La mayoría es gente de mucha influencia que deja muchísima plata en el lugar, con la que los dueños pueden darse el lujo de ofrecer rondas de bebidas alcohólicas gratis y pagar vacunas a los organismos de seguridad para no caer en los operativos que, muchas veces, surgen porque la misma competencia ‘sopla’ a las autoridades”.

Esta versión la sostiene un efectivo del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, que solicita resguardar su identidad. “Eso es cierto. Los mismos dueños se tiran unos con otros para que les caiga la Guardia, el Cicpc u otro cuerpo de seguridad. Hay funcionarios, en todos los cuerpos, que reciben pago bien sea para custodiar estos sitios o para no caerles cuando hacen operativos. Muchos funcionarios se abstienen de cobrar porque se ven más beneficiados ‘cayéndoles’ a los sitios. Por cada máquina traganíqueles que decomisan extraen las placas que éstas llevan adentro, lo que funciona como memoria procesadora. Ésa es la vida de la máquina de juego. Ellos las sacan y las revenden. Cuando los aparatos pasan por Fiscalía no tienen el procesador adentro. Así se forma la creación de más casinos clandestinos, propiedad, muchas veces, de los mismos funcionarios o gente de poder con la que tienen contacto”, revela el efectivo, quien agrega, además, que cada máquina traganíqueles tiene un costo entre 15.000 y 22.000 bolívares fuertes.

El “petejota” relata que cuando entró en vigencia la resolución “la Comisión Nacional de Casinos se presentó y clausuró muchos locales en la ciudad. Luego de ese procedimiento, los dueños han sido más precavidos y se han cuidado las espaldas no solo con el pago de vacunas y la discreción en los lugares. También han evitado tener tantas máquinas en un solo sitio. Es decir, las distribuyen en varios lugares”.

“La idea consiste en que si hay un operativo policial no caen 50 máquinas, sino 15, por ejemplo. Así se evita una pérdida mayor. Lo que se hace es que cuando el cuerpo de seguridad llega al sitio, se llama a los otros lugares donde también hay máquinas para que las recojan y desalojen a la gente”, explica —con temor y con el mayor recelo posible— Mario (nombre ficticio), extrabajador del casino del Maruma y actual trabajador de un casino clandestino de la parroquia Cristo de Aranza de Maracaibo, en el que exige guardar los celulares, no tomar fotos y usar una de las máquinas para dar la información.

La noche va transcurriendo y apenas en 45 minutos Javier ha visto perder a una dama, de unos 50 años, 60.000 bolívares en tres rondas de Black Jack. Javier no lleva la misma cantidad de dinero que ella, pero tampoco la misma suerte. En su caso, con una entrada de 1.000 bolívares ya lleva 9.000 en su bolsillo, en otra mesa, en menos tiempo que la señora, cuya presencia en el lugar es continua y argumentada al decir: “No sé por qué los eliminaron (a los casinos), si éste es uno de los mejores entretenimientos que tiene la gente de la tercera edad en Maracaibo”.

Así, en el transcurso de la jornada, que puede durar hasta las 2:00 o 3:00 de la madrugada, se aprecian caras largas, derrotadas y pensativas en algunas mesas, en otras rostros de concentración y de alegría. Chicas que van y vienen con bandejas con vasos con whisky, hombres que misteriosamente se paran en algunos puntos del sitio y que vigilan ante el movimiento sospechoso de algún cliente, sobre todo si se trata de un nuevo rostro.

Mientras tanto, los cuerpos de seguridad no están autorizados para declarar, más allá de información “bajo cuerda”. Prefieren no involucrarse “porque hay gente pesada dentro de este negocio, incluyendo gente de los propios organismos. Solo la Comisión Nacional de Casinos puede hablar del tema”, dice el efectivo policial, mientras que la gente sigue entrando y saliendo, unos en busca de distraerse un poco, ciertos empujados por el vicio y la ludopatía y otros solo detrás de un toque de suerte, pidiendo a Dios no caer en un operativo.

Fuente: Redacción A Fondo - http://www.panorama.com.ve

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