jueves, 20 de septiembre de 2012

Las sillas del Estadio de Fútbol en Anzoátegui y el socialismo del siglo XXI

Por: Artemis Leto González - Este lunes pude leer a través de la página de aprrea, un artículo con el título: Las maticas de la IV y V y los problemas del socialismo del Siglo XXI” (http://www.aporrea.org/actualidad/a150376.html), que me inspiro un análisis de una situación más o menos parecida y de la cual tuve noticias muy recientemente.
El hecho en cuestión, es el cambio de las sillas del estadio de fútbol en el Complejo Deportivo José Antonio Anzoátegui y copiando un poco la idea del artículo mencionado anteriormente, me pregunto:

¿Qué relación hay entre unas sillas en un estadio en Anzoátegui y el Socialismo del Siglo XXI?

Es una pregunta aparentemente ingenua y sin trascendencia teórica. Si me la hicieran en el contexto de una propuesta de gestión socialista tendrá que responder sin pensarlo mucho, que tendría muchas relaciones. Todas las relaciones que los temas y propuestas del socialismo del siglo XXI puedan plantearse con cualquier asunto de trascendencia para la vida.

No entremos a fondo en el tema teórico del socialismo del siglo XXI, pero dejo una versión simple de su sentido para dar elementos de comprensión sobre la idea que necesito comunicar. Diría, que el socialismo del siglo XXI es una manera de ver y enfocar la vida en armonía con la naturaleza y colocando el acento en las prioridades sociales que permita construir una sociedad de iguales o con un menor nivel de desigualdad.

Antes situaciones o necesidades como: a) Una escuela, b) un aula en buenas condiciones, c) una vialidad, d) un parque y e) Unas sillas vinotinto para un estadio; no parece haber mucha complejidad para tomar una decisión. Aunque todas estas necesidades tienen que ver con el hombre, no hay que pensar mucho y la decisión debería ser darle carácter de prioridad a la escuela y a la construcción del aula para atender adecuadamente a las niñas y los niños. Una gestión deberá siempre confrontarse con las necesidades y prioridades de la gente y en el marco de una gestión socialista, una aparente contradicción como esta, tiene fácil respuesta en la práctica.

Suena fácil pero no es así. Ahora mismo, el Gobierno regional de Anzoátegui que en mi opinión tiene una buena labor desarrollada, está procediendo incorrectamente a cambiar los asientos en el estadio de fútbol ubicado en el Complejo Deportivo “José Antonio Anzoátegui” con la finalidad de colocarlas todas de color vinotinto. Sin ganas de retorcerme las neuronas, diría que es una mala acción que en nada concuerda con el sentido que dimos a lo que deberíamos entender muy esquemáticamente por socialismo del siglo XXI. Primero, no es una necesidad y no es tampoco una prioridad. Si hay sillas que están ya deterioradas por el uso en el polideportivo, se reponen la que haya que reponer y se reparan las que tengan esa posibilidad de ser reparadas.

Se me dirá que es una inversión que no alcanza cientos de millones de bolívares. El problema no es –pero sí lo es-, si es un millón o 500 millones de bolívares; el problema es, que las razones implicadas en la ejecución de una obra deben estar en marco de las necesidades de las comunidades y lo que un determinado proyecto societario define como prioritario en el marco de ese modelo. El problema ante una disyuntiva como esta, es plantearse, qué situaciones prioritarias puedo resolver con esa cantidad de recursos. Si no existirán necesidades y problemas prioritarios que atender, vale colocar sillas y si es posible, transformar nuevamente el estadio de fútbol.

Pudo verse el titulo de este artículo como sin mucho sentido, pero desde una perspectiva práctica, el problema del cambio de asientos del estadio de fútbol cuestiona profundamente una manera de enfocar una gestión. No es únicamente la responsabilidad de una gestión, que se involucra incorrectamente en la ejecución de un proyecto que no responde a una necesidad sentida. La decisión de cambiar sillas por unas de color vinotinto, coloca el dedo también en otras instituciones que deben saber y tener un marco de referencia para juzgar y controlar el gasto.

Las necesidades humanas y las prioridades son un elemento esencial en una gestión socialista. Para tenerla como centro de trabajo de un gobierno, es indispensable valorarlas y tener en paralelo un sistema de control y evaluación de cada proyecto u obra que permita la formación de un juicio previo. Frente a muchas necesidades, un organismo contralor y fiscalizador debe exigir una contundente justificación de cada proyecto. Es necesario que cada obra diga y explica que elementos aportas a la consecución de los objetivos de un proyecto político.

Lamentablemente, peca el ejecutivo con un gasto que luce innecesario y peca también el llamado Poder Popular que no acaba de tomar conciencia de la importancia de una iniciativa que se llama contraloría social, cuya condición para hacerse realidad, supone un estar consciente de las necesidades, prioridades y del papel que supuestamente tiene el Poder Popular. Peca (y mucho) el sistema contralor público, que generalmente no exige nada y simplemente se limita a medir el concreto que colocan en un obra o verificar facturas u órdenes de pagos. Eso evidentemente no es contraloría, según lo que está contenido en la Ley Orgánica de Contraloría y en la Ley Orgánica de Administración Financiera del Sector Público.

¿Dónde está el PSUV? ¿Dónde el Poder Ppular?

artemisletogonzalez@gmail.com

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