domingo, 20 de noviembre de 2011

Caso Gamarra: La clave de la muerte en una taza de café

La taza en que sirvieron el último café una hora y media antes de morir nunca apareció. Tres años después, nadie sabe a ciencia cierta si el empresario Rubén Gamarra, dueño de los diarios Nueva Prensa de Guayana y Oriente, así como de un gigantesco emporio empresarial, murió de un infarto cardíaco como sostiene su viuda y señaló el protocolo de autopsia N° 14.549,
firmado por la patóloga forense Marlene López Castro, adscrita a la subdelegación de Guayana del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc); o fue envenenado como señala la experticia toxicológica post mórtem N° 08119461, suscrito por la farmaceuta Atilia Graterol y la química Andreína Guzmán Escudero el 19 de de noviembre de 2008.

Hoy, dos personas están detenidas por el presunto crimen: la viuda del empresario, Jalousie Fondacci, acusada de ser la autora intelectual; y la asistente de Gamarra, Solángel Álvarez, como la autora material.

Aniversario mortal. Aquel día, el 17 de noviembre de 2008, cuando muere Rubén Gamarra, empresario de origen peruano y nacionalizado venezolano, cumplía 14 años de matrimonio con Jalousie Fondacci.

A las 7:45 am, come un sándwich de jamón con queso y toma la primera taza de café del día, preparados por la empleada del hogar Celenia Salas, en su casa ubicada en Loma Linda Country Club, manzana 43 N° 15, en la ciudad de Puerto Ordaz. Se dirige en compañía de su escolta Alexis Sifontes hacia la sede del diario Nueva Prensa de Guayana, ubicado en la misma ciudad.

En el camino, se desvía a la comisaría, donde recogen a su otro escolta, José Manzol, funcionario de la Policía de Cachamay.

En su oficina, Gamarra revisa su correo electrónico, se reúne con tres empleados y degusta la segunda taza de café con leche y un vaso de agua que personalmente le sirve su asistente, Solángel Álvarez.

A las 10:00 am, acompañado por sus escoltas, sale con dirección al local de su empresa constructora Promotora Nueva Granada. Al llegar, se siente mareado y se recuesta en el sofá de la recepción, donde comienza a convulsionar.

Lo trasladan al hospital de la empresa Ferrominera, donde lo atienden durante 45 minutos antes de declararlo muerto.

En la distancia. Ese mismo día muy temprano, la esposa de Gamarra llama desde Perú 19 veces a su asistente para pedirle que compre un ramo de flores como regalo para su esposo, en su aniversario de bodas.

Fondacci se encontraba en Lima desde hacía cuatro meses con sus tres hijos: Gustavo Tesorero, de su primer compromiso, y las hijas de Rubén Gamarra, Raquel y Rebecca.

También le ordena que hable con la empleada de su casa para que prepare un almuerzo especial para su esposo y que en el lugar que ella ocupaba en la mesa pusiera una copa con vino blanco.

Rubén Gamarra no alcanzó a ver el ramo de flores ni pudo degustar el vino.

Dudas. El tono morado del cadáver y el protocolo de autopsia que establecía paro cardíaco y hemorragia digestiva alarmó aWilfredo Aguilar, socio de Gamarra, quien llamó a Antonio Senen Torrealba, socio de ambos, y le pidió que contactara con el Cicpc porque la muerte de su amigo le resultaba "muy sospechosa". Creía posible un envenenamiento.

Aguilar tenía sobradas razones para no descartar esa posibilidad. Su madre, quien había muerto repentinamente de un infarto, presentó similares características. Luego descubrieron que había sido envenenada por una adolescente empleada del hogar.

El resultado de la experticia toxicológica practicada a las vísceras de Gamarra señala que "de las muestras tomadas a los órganos internos del cadáver, dieron como resultado positivo insecticidas tipo carbamatos, metomilo positivo y positivo en derivados cumarínicos. El metomilo y los derivados cumarínicos (raticidas)".

El horno se dañó. Al conocer de la muerte de su esposo, Jalousie Fondacci se hizo cargo de las exequias.

Desde Lima y por teléfono, ordenó a su amiga Solángel Álvarez y al gerente general del diario Nueva Prensa, Víctor Betancourt, que organizaran el sepelio y la cremación del cadáver. La viuda desconocía que habían sido enviadas a Caracas las muestras de los intestinos (vísceras y sangre) de su esposo para el examen toxicológico.

El miércoles 19 de noviembre de 2008 se llevaría a cabo la cremación del cuerpo; sin embargo, cuando esta ya llevaba una hora con 45 minutos en el horno, una abrupta orden de una comisión del Cicpc detuvo el procedimiento.

Desde Caracas, había llegado el informe toxicológico que confirmaba la sospecha inicial del envenenamiento.

El día de las exequias, Fondacci reunió a los hijos de Gamarra en la habitación principal de la casa que compartió con su esposo y, según Rita, una de las hijas, la viuda les comunicó que la cremación había sido detenida "porque el horno se dañó".

La comisión del Cicpc colocó en una bolsa negra las cenizas y en otra la cadera, que era la única parte del cuerpo que no se había calcinado totalmente.

"Cuando volvimos al cementerio mis hermanos y yo, nos enteramos de la verdad", relata Rita Gamarra.

Tanto los hijos de Gamarra como sus dos únicos socios y amigos de muchos años, Antonio Senen y Wilfredo Aguilar, aseguran no recordar que alguna vez el empresario hubiese manifestado su deseo de ser cremado.

"Todo esto me llamó la atención -sostiene Antonio Senen- ya que Rubén, cuando conversamos sobre el tema de la muerte, me dijo que no le gustaría ser cremado".

Pero su viuda aseguró que Rubén Gamarra, años atrás, le había pedido que al morir "le gustaría que lo cremaran y que sus cenizas fueran esparcidas en las aguas del río Caroní que bañan las playas de la isla Terecaya".

Prueba clave. El fiscal inició la investigación e incluyó un hecho que para él resultó curioso.

Todos los ambientes del diario Nueva Prensa de Guayana están vigilados por un circuito cerrado, pero tres días antes de la muerte la cámara que cubre el lugar de trabajo de la asistente de Gamarra dejó de funcionar.

El otro punto que llamó la atención de los investigadores es la declaración de la secretaria de la vicepresidencia, Loiris del Carmen Iriarte Medina, quien aseguró que el día de la muerte de Rubén Gamarra, a las 2:00 pm, Álvarez le ordenó que "recogiera la jarrita de agua" del ingeniero: "Yo recojo la jarra que todavía tenía agua y el vaso, pero no estaba la taza de café. Cumplí la orden llevando esto hasta la cocina y ahí lo dejé en las mismas condiciones que lo recogí".

Luego añadió que "hay otra cosa que me pareció extraña fue que después que la comisión del Cicpc llegó a colectar las cosas en la oficina, la señora Solángel me llamó por teléfono a mi celular y me preguntó que por qué yo no había lavado la jarra y el vaso donde se le servía agua al ingeniero, cosa que en realidad me extrañó".

La familia Gamarra Fondacci tuvo varios episodios en los que las diferencias entre ambos cónyuges se manifestaron abiertamente.

Según declaraciones de la viuda al Cicpc, ella pidió el divorcio tres veces ya que su esposo mantenía una relación paralela con Elys Márquez, con quien tenía una hija de nombre Rubí.

"Yo me sentí en Puerto Ordaz muy sola a raíz de los viajes de él para Puerto La Cruz… comencé a salir con un grupo de amigos y ex compañeros de clases y comenzaron a especular y a crear rumores que me involucraron sentimentalmente con Pedro Tello", declara.

Pedro Tello fue un antiguo novio de Jalousie Fondacci con quien volvió a retomar amistad luego de un reencuentro de estudiantes.

Rubén Gamarra se enteró de ello y, según su hija Rita, le habría reclamado a su esposa su comportamiento.

Pero en esos días la pareja decidió darse una nueva oportunidad y emprendieron un viaje a Europa para tratar de recomponer la relación, algo que, según la viuda, había tenido efectos muy positivos.

"Desde ese momento él cambió mucho y se volvió mucho más complaciente conmigo y no tuvimos más problemas graves. A Pedro Tello lo asesinaron el 21 de octubre de 2005, cuando nos hallábamos de viaje entre Grecia e Italia. Unos desconocidos pretendieron quitarle su vehículo en el estacionamiento de la Torre Continental en Alta Vista y en el intento lo asesinaron a él y a su esposa", dijo Fundacci.

Veneno en la cocina. El fiscal 45° de Área Metropolitana de Caracas, encargado de la Fiscalía 61ª Nacional con competencia plena, Jesús José Capote, inició las investigaciones y concluyó que las principales sospechosas del presunto crimen por envenenamiento de Rubén Gamarra eran, como autor intelectual, su viuda Jalousie Fondacci y, como autora material, Solángel Álvarez.

La orden de captura contra ambas fue dictada por la jueza Cucú Quintana, del Juzgado 3º de Control de Puerto Ordaz. La sorpresa que provocó la noticia en el estado Bolívar fue mayúscula, ya que casi nadie podía creer que algo así pudiera haber ocurrido, sobre todo a Rubén Gamarra, que era muy conocido.

Cuando el Cicpc se dirigió al domicilio de Solángel Álvarez para detenerla, encontró en la cocina dos envases: uno con veneno de culebra y otro con un rodenticida.

El fiscal, en su acusación, sostuvo que los venenos encontrados en la casa de la acusada son similares a los conseguidos en las vísceras de Gamarra. Pero los abogados defensores de Fondacci y su asistente, Héctor Aranguren y Ricardo Reyes, negaron rotundamente esa afirmación y sostuvieron que "no existe ni una sola coincidencia entre lo hallado en la cocina de su defendida y los restos que se identificaron en el cuerpo del difunto".

"Los elementos toxicológicos hallados en la casa de Solángel no corresponden a la muestra colectada en la experticia post mórtem del difunto. Son venenos totalmente diferentes, no compatibles", explican los defensores.

Mientras la asistente de Gamarra fue inmediatamente detenida, su viuda permaneció escondida y no fue sino hasta el 28 de febrero de 2009 cuando se entregó a la Policía. Justificó su ausencia así: "Preferí darle tiempo al Ministerio Público para que investigara el caso".

Actualmente, Jalousie Fondacci se encuentra detenida en la sede de Polianzoátegui en Lechería, mientras Solángel Álvarez está en la sede de Poliguanta, ambas en el estado Anzoátegui.

Lío legal. Existe una disputa entre cinco de los siete hijos del empresario muerto y la viuda por el control del patrimonio que dejó Gamarra.

Los abogados de la viuda aseguran que a ella le pertenece 70% de toda la fortuna, mientras que los hijos sostienen que a Fondacci sólo le corresponde 20% ya que antes de que su padre se casara con ella, notariaron unos capitulares en los que estarían establecidos todos los bienes que obtuvo Gamarra antes del matrimonio que él había colocado a nombres de Nueva Prensa de Guayana y que, según Rita Gamarra, les pertenecería a los hijos.

Desde el día de la muerte de Gamarra, ninguno de sus cinco hijos ha tenido acceso al patrimonio de su padre, que es manejado por la viuda, aun estando detenida por los delitos que se le acusan.

Según los abogados defensores de la viuda, el patrimonio total del emporio Gamarra supera con creces los BsF 300.000.000.
Mientras los abogados de ambas partes preparan sus alegatos para el incierto día del juicio, los involucrados no dejan de preguntarse quién escondió la misteriosa taza en que Rubén Gamarra tomó su último café.

Protagonistas. Rita Gamarra, hija del empresario, cree en las investigaciones de la Fiscalía y está de acuerdo con la acusación en contra de la viuda de su padre.

Rubén Gamarra fue fundador de los diarios Nueva Prensa de Guyana y Oriente, así como dueño de un gran y próspero emporio empresarial en Guyana.

Jalousie Fondacci, viuda del empresario muerto, con quien tuvo dos hijas. Actualmente dirige todo el grupo empresarial desde la prisión.

Héctor Aranguren y Ricardo Reyes son parte del grupo de abogados encargados de la defensa de Jalousie Fondacci, de quien no tienen duda de su inocencia y honorabilidad.

El cadáver del empresario fue velado con el féretro cerrado, por orden de su viuda y en contra de los deseos de sus cinco hijos mayores.

Rubén Gamarra era amante de los deportes. Fue dueño del equipo de básquet Gigantes de Guayana. También le gustaba recorrer los ríos en su lancha.

Son totalmente inocentes. "No están probados los elementos de convicción en la autoría intelectual y material ya que los mecanismos de convicción presentados en la acusación fiscal, no son preponderantes para tomar una decisión definitiva ya que existen vicios en la investigación criminal y procesal. Además, es evidente que la investigación, desde un principio, fue manipulada por los investigadores, entre ellos, el exfiscal José Jesús Capote", expresó Héctor Aranguren quien, junto a Ricardo Reyes y un equipo de abogados, son los defensores de Jaloucie Fondacci y Solángel Álvarez.

Ambos profesionales aseguran que la acusación en contra de sus defendidas tiene 18 vicios procesales con elementos de nulidad que "evidencian la violación al debido proceso, el derecho a la defensa, al secreto de la investigación, a la cadena de custodia, entre otros".

Aseguran que al momento de la muerte de Gamarra, la esposa estaba en Perú. Además, no aparece la taza en que el empresario tomó su último café. Explican que el texto que se colocó en la tarjeta que acompañó el ramo de flores no es igual al que dice la Fiscalía que la viuda ordenó escribir.

Y que la relación de llamadas entre la viuda y la asistente (19), el mismo día de la muerte de Rubén Gamarra, no significa nada ya que ellas son amigas desde hace muchos años y además porque estaban coordinando el almuerzo del esposo, ya que ese día cumplían años de casado.

Los abogados defensores aseguran que los únicos interesados en acusar e imputar a la viuda son los socios de Gamarra, por lo cual Wilfredo Aguilar y Senen Torrealba, así como el exfiscal José Jesús Capote y la patóloga Marlene Ernestina López, fueron querellados.

"Esa querella fue admitida hace dos semanas en el Tribunal Séptimo de Control del Circuito Judicial Penal de Anzoátegui", aseguró Aranguren.

Finalmente, Ricardo Reyes aseguró que en el juicio demostrarán que los únicos que resultaban beneficiados con la muerte de Rubén Gamarra son sus socios y no las dos damas que actualmente se encuentran detenidas.

Fuente: Jorge Chávez Morales - http://www.ultimasnoticias.com.ve

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