martes, 30 de agosto de 2016

Cura caminante: “Este recorrido fue mi segundo llamado de Dios”

Su sotana y una mochila. Eso fue lo único que tomó el sacerdote Lenin Ramón Bastidas Villegas el pasado 21 de agosto, cuando emprendió un peregrinaje desde Soledad, estado Anzoátegui, con destino a Caracas, en búsqueda de hacer un llamado a la consciencia y a la paz por Venezuela.
Desde entonces, la imagen del padre peregrino se ha vuelto viral en los medios y redes sociales del país. Buena parte de devotos católicos ven lo que han denominado #CaminataPorLaPaz como un sacrificio, algunos incluso le llaman “cruzada”, lo consideran un acto necesario e inspirador. Le piden la bendición, la prédica, se persignan a su paso, lloran y le dan las gracias.



“Nunca imaginé que mi iniciativa fuera a tocar el corazón de tantas personas, aunque tengo mucha confianza en Venezuela, casi en su totalidad es un pueblo de paz. Este recorrido fue mi segundo llamado de Dios. El primero fue cuando decidí ser sacerdote. A los 17 años fui llamado a servir a Dios. Ahora sencillamente me cansé de los formalismos, de comunicados y llamados de atención. Sentí la necesidad de caminar por la paz”, contó en exclusiva el padre Lenin a Noticia al Día.

Bastidas, de 35 años de edad y 8 ordenado como sacerdote, renunció el pasado 15 de agosto a la parroquia Nuestra Señora de la Soledad, en el municipio Independencia, al sur de Anzoátegui. Lo hizo durante la celebración de la misa por el Día de Nuestra Señora de Soledad, delante del obispo de la Arquidiócesis de Barcelona, Jorge Aníbal Quintero, y convencido de que un sacerdocio sin signos, de escritorio y que sólo emana documentos y habla, pero no hace nada, no puede llamarse sacerdocio.

“Sabía que cuando los venezolanos vieran a un pastor que representa a Cristo caminar o emprender una misión en nombre de la fe sentirían el respeto y la reflexión espiritual, lo que no imaginé es que me acompañarían tan de cerca, que estarían pendientes de a dónde iba, que me darían alojo y comida y que hasta organizarían eventos de recibimientos en las poblaciones a donde llegaría”, explica el padre sin detener su caminar en una ruta que, como se dijo, comenzó en Soledad, pasa los Llanos por Guárico, para luego continuar hacia Maracay, Valencia y, finalmente, Caracas.

El cura caminante, como se le conoce, va de pueblo en pueblo. Las comunidades de El Tigre, Valle de la Pascua, Chaguaramas, El Sombrero, Dos Caminos, Ortiz, Parapara, San Juan de los Morros, Villa de Cura y Cagua, entre otras, han sentido la necesidad de organizar su recibimiento. En cada plaza Bolívar que visita, se detiene, ora, besa el suelo, predica y bendice a los pobladores. Son seis estados y algo más de setecientos kilómetros que aspira a recorrer únicamente con su vestimenta sacerdotal.

“En Venezuela estamos viviendo una crisis moral, una crisis existencial, no vale la pena ser pastor de una iglesia y que cuando llega la hora de ver a nuestro rebaño en manos de lobos nos escondamos para resguardar nuestras vidas. Yo no sé por qué en mi mente y mi corazón está que en esa marcha del 1° de septiembre se está gestando algo sucio y eso no es de Dios. A veces utilizan a nuestro pueblo, los tiran a la calle, llámese marcha o como la quieran llamar, y hay derramamiento de sangre y luego los políticos lo que hacen es seguir luchando por el poder. Yo invito a una vigilia, a la oración, la oración tiene poder, basta de odios y de enfrentamientos”, precisó el sacerdote a este medio.

El padre, oriundo de Boconó, estado Trujillo, pide la oración en pro de la paz entre el oficialismo y la oposición, y extiende una invitación al resto de los sacerdotes del país a trabajar espiritualmente por la nación. Hace un llamado a la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) para que deje los comunicados a un lado y trabaje por una vigilia nacional antes del 1° de septiembre, a las puertas del CNE, en ayuno y oración.

“Yo recuerdo que Cristo, cuando entró a echar a los mercaderes del templo no se puso a sacar comunicados, actas que son burladas. ¡No! Cristo actuó. Mi objetivo es llegar al CNE, demostrar que la oración tiene poder, que los venezolanos deben abocarse a lo espiritual. Iniciaré un ayuno en la víspera del 1° de septiembre hasta que exista paz en Venezuela, si es posible que los ojos del mundo vean morir a un sacerdote venezolano en ayuno para que se normalice la situación, pasará”, dijo.

Al padre Lenin le preocupa la indiferencia del Gobierno nacional, de la oposición venezolana y hasta de los mismos sacerdotes, aunque aclaró que con la lucha que acaba de emprender no quiere criticar a sus colegas, sino buscar la libertad del odio y el rencor.

El padre camina a paso seguro, aunque salió sin teléfono ni comida, la comunicación y el alimento no le han faltado. Un equipo lo acompaña voluntariamente, el mismo equipo se encarga de atender a la prensa, a los periodistas ansiosos de obtener una entrevista con el hombre que hace brotar las lágrimas a los feligreses más devotos que ven en él a un mensajero del mismo cielo.

“La receptividad de los pueblos ha sido tan bonita. Me hospedan, la gente se me acerca me pide sanación, me dan gracias por hacer el sacrificio. Quizá no todos entiendan, pero al menos si yo voy por una carretera y pasan cien carros, sé que sólo dos voltean la cara para no verme. El resto se hace la cruz con esperanza. El 90% del pueblo venezolano trabaja por la paz, sólo es un pequeñito grupo que quiere violencia. Al caer la noche siempre encuentro alojo, mi equipo y yo. Ya a las 6:00 de la mañana estoy agradeciendo al anfitrión que me alojó y continuando mi ruta”, relata el sacerdote

La caminata del padre Lenin no ha estado exenta de contratiempos. Durante el recorrido del Tigre a Pariaguán (Anzoátegui) sufrió una contractura muscular. La noticia no se hizo esperar. Para la desilusión de muchos se extendió la información de que el padre peregrino suspendía su marcha, pero pronto él mismo desmintió el rumor: “Solo fue un calambre, porque el cuerpo no estaba acostumbrado a esta jornada”. Entrando a Ortiz, al noreste de Guárico, fue detenido por funcionarios de seguridad del Estado para revisar sus documentos. La voz nuevamente se corrió. “Al parecer fue una confusión entre el Sebin y Poliguárico”, aclaró en las redes @GuardianCatolic, la cuenta Twitter de Ramón Antonio Pérez, seguidor del sacerdote y quien junto a Josmary Campos y Xioelín Chacín, informan a la colectividad sobre los movimientos del padre.

Ninguna situación le ha impedido continuar su recorrido hasta Caracas, pero asegura que en Valencia hará una parada. “En el monumento Campo de Carabobo aspiro a entrar sobre un caballo negro. En el ejército el color negro significa autoridad. De allí partiré a Caracas. Una vez frente al CNE, he tomado la decisión irreversible de no comer más, si es posible atarme con una cadena y amordazarme la boca, en ayuno y oración hasta que se resuelva la situación del país”, cuenta Lenin a Noticia al Día, mientras sale de El Sombrero a San Juan de Los Morros (Guárico).

El padre esperaba estar el 29 de agosto en su destino final al que viaja a ratos a pie y otros, los trechos largos, en “cola”. Pensaba recorrer todo caminando, pero las mismas autoridades y la comunidad le piden que no se desgaste tanto físicamente antes de llegar a Caracas.

“Le pido al presidente Nicolás Maduro, que en reiteradas ocasiones ha dicho que aquí hay libertad, que no limite mi caminata, que no prohíba mi entrada a Caracas. Yo no lo voy a derrocar, solo quiero hacer oración por la paz para calmar los corazones venezolanos agobiados por el hambre, la escasez de medicamentos y la inseguridad”, reflexiona.

Aunque los párrocos de los pueblos que visita comparten la homilía o predican en sus iglesias con el sacerdote peregrino, éste asegura no haber recibido mensajes de la Iglesia sobre su petición a participar en una vigilia nacional. “Solo me han dicho que el obispo de Barcelona salió en la televisión manifestando su preocupación por mi salud, yo deseo que convoquen a una vigilia”, dijo.

Desde las redes, los medios y su recorrido, los que se han conmovido con su gesto siguen al padre Lenin y éste les pide que no crean en él sino en Cristo. “A mí nadie me conocía, quizá si hubiera sido famoso antes, a nadie le hubiera interesado, pero a Dios le encanta sorprender. Salgamos a orar. Que reine la paz y que el odio sea destruido. Dios los bendiga”, se despidió el cura viajero, quien confía en inspirar a los venezolanos a que la lucha no es con violencia, sino con fe y convicción para una salida a la crisis.


Fuente: Con información de http://noticiaaldia.com

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