domingo, 20 de abril de 2014

Leocenis habla claro: Cuando el diálogo se confunde

La semana pasada no escribí de la reunión en Miraflores porque ya había escrito esa crónica de despedida de ese señor, que por razones de cumplir con la palabra empeñada no nombraré, pero todo el mundo sabe a quién me refiero, ese que usa pañuelos rosados, y que tiene a su Gustavito.

Pero vayamos a las cosas que nos ocupan.

Me quedé desvelado viendo cómo nuestros políticos en Miraflores, protagonizaban un duelo silencioso con el puñal en la espalda y el veneno en las copas de agua. Como ahora las tecnologías son una bendición, todos pudimos placenteramente disfrutar de aquel espectáculo.

Demostró aquel encuentro que la política es un oficio muy delicado, que sólo deberían ejercer los políticos, así como los asuntos del billete es mejor dárselo a los empresarios que día a día topan con la cruda realidad de pagar nómina y cobrar contratos, a diferencia de los economistas que andan en taxi, y piden prestado aun cuando todos los días se dedican a las fastidiosa tarea de decirnos al resto del país cómo es que se bate el cobre; aun cuando ellos no tenga para pagar la luz. Cosas de este país curioso, que es el único del mundo, donde una secuestrada después de liberada dice que saluda a sus captores porque le garantizaron sus tres papas diarias.

El dialogo, si es verdadero, no debe ser una catarsis donde unos se quejen porque el gobierno no los ha dejado hablar en quince años, y otros se quejen que la oposición haya querido en ese mismo tiempo desalojarlos del poder, porque si es verdad que cada cual anda en lo suyo, el papel del gobierno es ese, que la oposición no saque la cabeza, y si la oposición es oposición, su papel es sacar al gobierno. Como eso está lo suficientemente claro, es obvio que nadie es lo suficientemente cogido a lazo, para creer que aquellos ciudadanos sentados en Miraflores, buscaban como los gafos creen ayudar a la paz, el orden y el amor entre los venezolanos.

Si hay algo entretenido y bueno, es ver a Henry Ramos Allup diciendo que no perdería esa mantequilla que lo dejara hablar en cadena nacional de lo que pensaba, y echar sus chistes políticos mezclados. Qué ironía que sólo un mezquino podría decir que no entretienen. Por otro lado, ver a Diosdado diciéndole a Capriles que él no le conoce, con todo lo que en el fondo quiso decir, cuando le salió al paso rápidamente, hace a la política una cosa realmente divertida. Y como los venezolanos somos los únicos seres del mundo que nos da lo mismo reírnos del Papa Francisco que de nuestro gobierno, todo el mundo vio aquella reunión como El Cuanto Vale el Show que presentaba mi amigo Guillermito Fantástico González.

Si algo tiene positivo ese encuentro es que la política se reivindica y el oficio de los políticos es rescatado por estos, y no por esa ONG que son unos clubes de busca puestos con la crítica y los medios que ya debemos salirnos de esa matraca de lio en las que nos metieron el Bloque de Prensa Venezolano, y los antiguos magnates de estos que nos obligaron a tomar el papel de los partidos. Porque, por cierto, todo el mundo dice que la oposición cuando no quiso ir a las elecciones de la Asamblea Nacional hace algunos años cometió un error, pero nadie confiesa que a Henry Ramos Allup y a otros dirigentes los metieron en una oficinas los dueños de los medios y le dijeron: tienen que retirarse. Y así fue.

Todo el mundo sabe quién tenía peso real en esa reunión de bando y bando. Y además que Nicolás escuchaba con la atención de quien presta el oído no a lo que se dice, sino a lo que se oculta. Y como el Presidente viene del mundo sindical, es natural para él sentarse a negociar escuchando con paciencia, así que de gafo no tiene un pelo. Como Diosdado es más pragmático, y es militar hombre de guerras y batallas, no cree en cuentos de mesa, porque sabe que mientras los generales conversan, los solados preparan los fusiles. La oposición se paró de ahí con la certeza de que el país le escuchó, y eso era tan importante que por algo ese cadáver insepulto del ex diputado Molina se soltó sus versos. La verdad en resumen era que la gente solo quería escuchar a cuatro personas en esa danza con lobos: A Diosdado y Nicolás, y a Henry Ramos Allup y Capriles. Con la verdad ni ofendo ni temo. He dicho.

Leocenis García

@leocenisoficial


Fuente: http://www.6topoderweb.com

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