domingo, 19 de diciembre de 2010

A 28 años del suceso: Aún se desconoce cómo se originó el fuego de la Tragedia de Tacoa

Ochenta y cuatro escalones separaban a Alexis Alzaul de sus compañeros Luis Natera (25 años), operador de primera, y José Manuel Rodríguez (19 años), operador auxiliar, en esa fatídica mañana del domingo 19 de diciembre de 1982, cuando no los volvió a ver nunca más.
"Ellos subieron a la cima del tanque número 8 de 17,4 metros de altura, a realizar la medición del combustible descargado, yo estaba abajo, en la fosa. De repente oí un ruido estruendoso, después sucedió la primera explosión. Lo primero que se le vino a la mente es que el mundo se estaba acabando", relató Alzaul, el único sobreviviente del incendio más trágico de la historia contemporánea venezolana en la planta Tacoa, ubicada en Arrecife, en el estado Vargas.
Después de 28 años de ese fatal accidente, Alzaul relató los hechos con la sapiencia que da el tiempo transcurrido. Entró a trabajar a la Electricidad de Caracas (empresa a la que todavía pertenece ese centro de generación de electricidad) como operador auxiliar y ahora es gerente de operaciones de la rebautizada Planta Josefa Joaquina Sánchez Bastidas.

"La primera explosión ocurrió a un cuarto para las seis de la mañana en el tanque 8. Estábamos recibiendo petróleo del tanquero Murachi, perteneciente a Petróleos de Venezuela, se descargaban entre 110 a 115 mil barriles de fuel oil. Al percatarse del incidente, la tripulación procedió a desconectar la manguera y zarpar".

"¿Qué hice?, bueno creo que mi mamá, que no la conocí, fue la que me sacó de ahí. Vi una compuerta de desagüe del dique (espacio alrededor del tanque llamado PITÉ que tiene la capacidad de retener el doble del líquido que almacena el tanque), era el único lugar donde no vi fuego, salí corriendo hasta llegar a la planta. Meses más tarde comprendí que el infernal ruido fue provocado por los gases que se estaban quemando y la explosión posterior fue la que voló la tapa de protección y seguridad del tanque", dijo Alzaul un poco contrariado, como quien no desea volver a recordar ese hecho que ha sido objeto de estudio por las escuelas de seguridad industrial del mundo.

"Yo estaba en la planta de Tacoa, la pequeña. Al sentir la primera explosión salí al área externa. Pensamos que había explotado una cantera de la planta de Ampliación Tacoa, que está al lado. Cuando llegamos a la esquina de la planta y volteamos hacia la montaña en medio de la lluvia de ceniza y humo, junto con el jefe de seguridad atajamos a Alexis que venía corriendo sin camisa y descalzo, en estado de shock", dijo Manuel González gerente de la planta Josefa Joaquina Sánchez Bastidas.

Mientras se avivaban las llamas y pasaban los minutos, los bomberos actuaron muy rápido, más tarde vinieron refuerzos del Aeropuerto de Maiquetía, junto a ellos comenzaron a asomarse otras personas en torno al tanque 8 y 9, cuerpos de seguridad del Estado, policías, voluntarios, periodistas y curiosos fueron aglomerándose en el perímetro del incendio, rememoró González, mientras Alzaul observa una foto aérea de todo el complejo termoeléctrico.

"Los bomberos quisieron apagar el fuego del tanque 8, que había explotado, echándole agua. Como el agua tiene más densidad que el petróleo, se fue al fondo y se empezó a calentar, en la medida que aumentaba la temperatura, se acumuló el vapor en el fondo y se formó lo que los estadounidenses llaman el fenómeno de boil-over (acumulación de vapores calientes). Esto provocó la segunda explosión que generó una onda expansiva de combustible y fuego por toda Tacoa", explicó Alzaul señalando la foto colgada en la pared de la sala de conferencias en la planta.

"Eran las once y cuarenta y cinco de la mañana, bomberos, defensa civil, periodistas, policías y curiosos que estaban alrededor del tanque 8 y 9 volaron por los aires. Los gases que se acumularon en el mismo tanque 8 actuaron como una bomba de tiempo. Por falta de experiencia, los bomberos quisieron apagar el fuego echándole agua", se lamentó González.

Esa segunda explosión del tanque 8 esparció petróleo y en llamas por la carretera perimetral, por todas las vías de acceso a los tanques y a las plantas generadoras de electricidad. "Estaba en un perímetro muy alto, 30 metros sobre el nivel de mar. La primera explosión comenzó a regar el combustible en llamas al tanque 9 y al perímetro cercano, pero la segunda explosión encendió dos tanques más (el uno y dos) ubicados más abajo, aunque ninguno de estos explotó como reseñaron los medios de comunicación", explicó Alzaul.

Las paredes del tanque 9 se derritieron, estuvo prendido de 20 a treinta días mientras se agotó el combustible por completo. La onda expansiva y el combustible en llamas provocó el incendio de la casas que estaban en los alrededores de la planta y la mayoría de sus habitantes murieron. También dañó una parte de la subestación de la Ampliación Tacoa y la de Arrecife totalmente. La planta Tacoa y Ampliación no se afectó porque existe un muro perimetral que contuvo el río de combustible, explicó González en el lugar de los hechos.

Transcurría el quinquenio presidencial de Luis Herrera Campins. La tragedia enlutó al país. Aunque a ciencia cierta no se conoce el total de víctimas, las pesquisas indican que allí fallecieron más de 160 personas, entre ellas 9 comunicadoras y comunicadores sociales; así como 50 bomberos, miembros de la antigua Defensa Civil, además de brigadas de voluntarios y policías.

Las averiguaciones

"El suceso que ocasionó la pérdida de tantas vidas humanas no tiene parangón. El compañero más joven (Rodríguez) se desintegró. Tres meses después de la explosión los forenses lograron identificar restos de Natera", recordó Alzaul, quien estuvo detenido por dos meses, para rendir declaraciones en medio del shock que le había producido la tragedia.

Todos los días lo llevaban a su casa a dormir y en la mañana los buscaban para las indagatorias policiales. "Le hicieron la experticia a toda la vestimenta que le encontraron. Un muchacho de 22 años era un potencial sospechoso. "En mi ropa no consiguieron restos de petróleo. Fue un milagro. Se comprobó, porque el Jeep CJ-7 de 1982 que manejaba, se derritió por completo, solo quedó el chasis".

La posibilidad de un sabotaje estaba latente, se manejó la hipótesis de que el incendio fue provocado y muchas más conjeturas que se tejieron en ese entonces. "En algunos medios divulgaron una gran mentira, dijeron que el tercer hombre había prendido un fósforo y había provocado el incendio. Los periódicos decían que el sobreviviente (yo) estaba gravemente quemado en el Hospital Militar y no era así, lo que estaba era detenido como te dije", expresó Alzaul.

A los tres días del suceso, una comisión de la Policía Técnica Judicial (PTJ) trajo a Alzaul al lugar a reconstruir los hechos. "Fue tal la tragedia que el entonces presidente de la República, Luis Herrera Campins, nombró una comisión para investigar los hechos y atender las familias de las víctimas. Me incorporé al trabajo después de tres meses, acepté que había sido un accidente. Después de largas conversaciones con expertos, fui asimilando lo que había pasado", confesó.

Está convencido, al igual que González, de que si los bomberos hubieran hecho caso de lo planteado por el entonces presidente la Electricidad de Caracas después de la primera explosión, otra hubiera sido la historia. "El entonces presidente de la empresa dijo que se debía refrescar el área perimetral y adyacente con agua, pero planteó que se dejara que las llamas consumieran el combustible, sin echarle agua al tanque 8. Si le hubieran hecho caso, se hubiera evitado una desgracia mayor, los muertos hubieran sido nada más, mis dos compañeros".

Si algo le quedó claro a Alzaul es que "si oye tiros se va y si ve fuego se va. Al suceder la segunda explosión los medios de seguridad del Estado no tomaron las previsiones necesarias. Una era no permitir gente en el sitio, solamente los bomberos. Algunos hasta se pusieron a jugar dominó en la orilla de la playa, disfrutando del incendio".

Aunque en un principio se trataron de silenciar los hechos, la presión de la opinión, permitió que la EDC asumiera su responsabilidad. La empresa indemnizó a todos los familiares de los trabajadores y las víctimas, según indican noticias de la época, aunque el caso estuvo unos años parado en los tribunales.

Las investigaciones no avanzaron y la decisión de los jueces tampoco, hasta que se reabrió nuevamente para establecer responsabilidades. "A ciencia cierta no sé como quedó el caso, creo que debieron cerrarlo, porque de lo contrario yo no hubiera podido ejercer esta responsabilidad en la empresa". Alzaul se formó e hizo toda su carrera en la EDC.

Con el tiempo el caso quedó cerrado, aunque nadie sabe después de 28 años, como se originó el fuego, los que podían decir qué fue lo que originó el fuego se desintegraron. Natera y Rodríguez murieron en el acto. "Yo salí corriendo. Mamá salvó mi vida", reiteró Alzaul dirigiendo su mirada al cielo.

Mitos alrededor de un incendio

En torno a la tragedia de Tacoa se han levantado muchos mitos. En 1982 no había tanta información sobre los sistemas de seguridad, pero por muy paradójico que parezca, esa enorme explosión sirvió como insumo para enriquecer los protocolos mundiales de seguridad, hubo un cambio sustancial en este tipo de instalaciones.

"Se aprendió de un error bien costoso, Hoy en día el efecto boil-over es materia obligada en todas las dependencias del mundo donde dictan técnicas bomberiles", dijo González.

"En esa época las autoridades venezolanas no se habían enfrentado a un fuego de esa magnitud. Hubo mucho desorden, llegó mucha gente que no tenía por qué estar en el lugar de la tragedia. Hay un gran error en cuanto a las versiones que se dan. El tanque 9 que estaba un poco más abajo del 8, nunca explotó, se desintegró", precisó Alzaul.

No es que no existían técnicas de seguridad, los tanques cumplían con las normas, y tenían los anillos de seguridad, "pero los bomberos cometieron el error de echarle agua al tanque", comentó el único sobreviviente que estaba en el tanque 8 al momento de la primera explosión.

"El tanque 8 que explotó, tenía una capacidad de 49 mil toneladas, quedó la mitad y ahora es un depósito de agua desmineralizada", agregó Alzaul.

Las plantas no sufrieron averías de importancia. La que se afectó más fue la de Arrecife, que estuvo un año parada, mientras le realizaban reparaciones. "Las plantas de Tacoa y la Ampliación, donde están las tres grandes chimeneas, al mes del suceso ya estaban en funcionamiento. A las tuberías de gas tampoco les pasó nada", describió González.

La tragedia de Tacoa fue como el preludio de otro acontecimiento que marcó la historia económica del país, el viernes negro, en febrero de 1983, cuando el Gobierno venezolano se vio en la necesidad de devaluar el bolívar y decretar un control de cambio, después de decenios de estabilidad cambiaria.

Fuente: http://www.aporrea.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Envíenos sus comentarios y aportes informativos al tema. Recuerde que su comentario, aunque no sea publicado, puede ser tomado en cuenta para nuestros temas de investigación. Los comentarios con términos insultantes, ofensivos, denigrantes y que incumplan nuestras políticas serán rechazados. Sólo puede enviar comentarios de menos de 1 mil (1.000) caracteres.

LEA...

 
LO + LEÍDO...

LO + LEÍDO...