martes, 23 de marzo de 2010

El curioso pasado de Adrian Kupferschmied

Un lector nos envía el siguiente trabajo publicado por Héctor José Tarazona el 25/05/05, en donde se hace un recuento sobre las actividades de Adrián Kupferschmied para esa época y sobre parte de su pasado. Es propicio releer este material, más aún cuando el nombre de Kupferschmied volvió a ser noticia luego que días atrás fuera víctima de un misterioso atentado.
El hermetismo total alrededor del atentado en contra del empresario Adrián Kupferschmied, sumado a la censura y autocensura de algunos medios, estimula la generación de rumores de todo tipo, incluso los de una supuesta sociedad de Kupferschmied con influyentes figuras oficialistas, que dataría de los años 90’s, cuando éstos participaban en la venta de armamento militar para el gobierno de Rafael Caldera, lo que coloquialmente definen como un “perro de la guerra”.Se rumora que Kupferschmied participaría en colocaciones de dinero dentro y fuera de Venezuela. Como presuntos planificadores del atentado en contra de Kupferschmied son mencionados viejos jerarcas de la policía política venezolana, además de otra hipótesis que sindica a un ex gobernador de un estado central venezolano.

El Rey de RECADI intenta infiltrar las UBEs
Por: Hector José Tarazona – Fecha: 25/05/05 - Existe un tal Adrian Kupferschmied, al parecer judío rumano, que se identifica como juez de control con credenciales del Ministerio de Interior y Justicia, de aproximadamente 58 años, que anda reclutando gente para una supuesta misión San José, llama "carpinteros" a los reclutados, a quienes comenta "nosotros en menos de tres años seremos famosos". Hace muchas preguntas sobre las organizaciones populares, (¿cuantos son?, ¿como están organizados?, ¿cuales son sus planes de movilización?, ¿quién los comanda?, etc).
El tipo tiene un proyecto para construir 12.000 viviendas en Carabobo y está utilizando las organizaciones populares del proceso y las UBEs para que le tramiten la permisología ante las oficinas gubernamentales y presionen a los alcaldes y gobernadores. En esta tarea tiene a un grupo de lideres sociales a sueldo y bajo engaño de sus verdaderas intenciones.
LLama la atención que este individuo estuvo recientemente en una reunión, junto a un tal Gonzalo Cividatte, realizada en la Urb. El Trigal de Valencia y entre los asistentes estaban: la esposa de Edgardo Parra, un cuñado de Acosta Carles que trabaja en Pequiven, y varios militares.
Sus oficinas están ubicadas en el Cubo Negro. Edf. Centro Banaven, Av. La Estancia, Torre A, piso 3, Chuao, Caracas.
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Veamos la historia de este individuo a través de la reseña que a continuación anexo:
Adrián Kupferschmied: Sombras nada mas
Por Jacqueline Goldberg
Revista Exceso, marzo 1997
Sin embargo, Adrián Kupferschmied, ocupante de medio piso del regio edificio de Chuao, mira con resentimiento y desdén los grandes titulares, y hurga nervioso en páginas de trastienda, achacándoles en tono refunfuñón -como la popular canción. "tú tienes la culpa de todos mis males".
Y es que el ingeniero textil Adrián Kupferschmied ha venido observando desde la época de Lusinchi -cuando lo bautizaron Rey de Recadi- cómo su nombre brota espasmódico de los diarios nacionales, enmarañado en muy diferentes y nada lustrosos acontecimientos.
Pese a que ello lo sorprende y molesta -hasta el punto de exacerbar su difundido carácter colérico y temperamental- se niega a ofrecer declaraciones y desempolvar la imagen de tipo peligroso que muchas tienen de él. Ni siquiera amigos, vecinos o conocidos se atreven a neutralizar el efecto de irrealidad que el personaje produce, asegurando no conocerlo o esquivando juicios comprometedores. En todo caso, misterioso, reservado y huidizo son palabras que definen a cabalidad a este hombre -público a su pesar- sobre quien pesa en la actualidad una averiguación por presunto delito de salvaguarda.
La tirria que Kupferschmied le profesa a la prensa tiene como instante genealógico la entrevista que le hiciera el periodista Agustín Beroes el 20 de abril de 1989, a propósito de la Agenda secreta de Recadi, espacio del cuerpo D del diario El Nacional que investigaba los accidentados vericuetos del organismo creado por el gobierno de Luis Herrera Campins para la entrega de divisas preferenciales. En aquella oportunidad Beroes le preguntó las razones por las que se le conocía como Rey de Recadi, a lo que él respondió agresivo: "¿Crees que si yo fuera el Rey de Recadi estaría hablando con un pendejo como tú?. Se comenta que esa entrevista causó serios daños a la imagen del empresario -punta de lanza de sus movimientos financieros- y propició el derrumbe de promisorios negocios hoteleros en la isla de Cuba.
Los allegados a aquel soñador de 26 años sonríen hoy con un dejo de tristeza, pues piensan que la ambición ha hecho que a los 48 encarne más bien el antiejemplo: un hombre dispuesto a todo -recalcan "a todo"- por atrapar el éxito.
Más recientemente, otro escándalo -prensa de por medio- apuñaló los intereses de Kupferschmied. El 27 de septiembre de 1996, el periodista Alfredo Peña reveló en su columna de El Nacional las irregularidades administrativas ocurridas en el Ministerio de Hacienda en relación con la cancelación de unos pagarés por 9.479.800 dólares, correspondientes a la "revisión del sistema de armamento y electrónica de las patrullas misilísticas y cañoneras". Peña hacía notar que la empresa italiana Armamenti e Aerospazio denunció a la República de Venezuela solicitando ante un tribunal en Génova "el secuestro de 18 pagarés de un total de 48 correspondientes a un contrato firmado por el Ministerio de la Defensa con Oto Melara", institución del Estado italiano en proceso de quiebra que remitió un fax el 18 de octubre de 1994 dando órdenes expresas de depositar el dinero en el Republic International Bank of New York. Luego, el 17 de enero de 1995, otra comunicación indicaba que el capital debía ser depositado en la cuenta Nº 337006450 del mismo banco, a nombre de una empresa denominada Samana Int.
Pero, poco tiempo después Armamenti e Aerospazio hizo saber a las autoridades criollas -acota Peña a la vez que muestra supuestos documentos- que jamás había recibido el pago y que nada tenía que ver con la fulana Samana. Es ese momento el periodista no revelaría las firmas autorizadas de Samana, y comentó que el cónsul general en Miami, Gustavo Rodríguez Amengual, había solicitado al banco detalles sobre la cuenta y sólo recibió una negativa sustentada en los privilegios del secreto bancario. El episodio fue uno de los originados en Hacienda y faltos de trasparencia que motivaron la renuncia del procurador Jesús Petit da Costa.
Una semana después del peñonazo, el Congreso abrió una investigación a través de una subcomisión presidida por el diputado de la Causa Radical David Paravisini, quien ofreció al periodista la información que éste destacó en su columna del viernes 22 de noviembre de 1996 bajo el título La cuenta es de Kupferschmied. En el recodo impreso semanal, Peña consideraba algunos ribetes del caso y ofrecía un raso prontuario del personaje, señalando sus vinculaciones con Recadi, José Angel Ciliberto (hijo), el ex gobernador de Caracas, Adolfo Ramírez Torres, y las Salinas de Araya, así como con altos representantes de las Fuerzas Armadas.
Kupferschmied no se equivocó. Pocos días después, el Tribunal 29 Penal Bancario, a cargo de la juez Milena Noguera, abrió una averiguación en su contra a partir de la muy manida notitia criminis que estipula la ley. La Juez trata de determinar si el hecho -aún en condición sumarial- tiene carácter penal y si el patrimonio público ha sido lesionado. Para ello, extenderá una rogatoria a fin de que las autoridades judiciales de Estados Unidos averigüen las operaciones bancarias de Samana. Por ahora, Kupferschmied -aunque no quiere hablar ni retratarse solo o en grupo- está en el país, al frente de su reino de oscuro cristal desde donde mira el cielo surcado de aviones y manosea con ira los pliegos de la prensa que pretende evadir.
Adrián Kupferschmied ostenta poderes de brujo. Dicen que por herencia gitana –aunque es rumano y por años vivió en Chile- lee la mente y hasta las líneas de la mano. Porta a veces en la muñeca un ojo contra la mala suerte y su oficina parece estar llena de extraños fetiches que lo resguardan del veneno ajeno -–y quién sabe si del propio. Instituciones comunitarias judias, lo aprecian y respetan. "Aunque", señala un correligionario, "no queremos saber en lo que anda".
Durante años ha promulgado que su filosofía existencial está basada en el riesgo, en jugarse la vida por la vida. Con igual denuedo proclama como prioritario el amor por la familia, de la que habla siempre y muestra con orgullo una fotografía. Dice que "trabaja como un burro, pero los fines de semana los dedica a calentar el hogar". Apenas asoma un feriado elige entre un jet privado o el yate propio de 63 pies, y se marcha a Aruba o a Los Roques, donde comentan que posee modestas mansiones, al igual que en Miami, ciudad en la Kupferschmied senior –textilero de vocación- disfruta de un flamante Rolls Royce.
Compañeros de estudio de sus hijos solían acompañar a la familia en esas faenas recreativas, hasta que el nombre de Adrián comenzó a ser noticia y los preocupados padres prefirieron evitar malas juntas a los niños que, de todas maneras y por típica crueldad, apodaban al hijo del empresario El Capo.
Quienes han tenido la oportunidad de acercarse a Kupferschmied –y mirarlo más allá de la bola de cristal a la que obliga todo intento de descifrarlo- opinan que es un ser doble, suerte de Dr. Jekyll y Mr. Hide, con rostros camaleónicos a conveniencia. Un hombre de baja estatura, ojos pardos, cabello castaño, piel blanca, fuerte miopía, signo aries y un cierto parecido a Dustin Hoffman.
A la vez que intenta cierta modestia –maneja el mismo Mercedes Benz desde hace años, vive en Santa Rosa de Lima y en su despacho se conforma con muebles de cuero muy sencillos-, Kupferschmied manifiesta una riqueza grosera, "usa ropa de marca, pero su gusto es burdo; luce joyas, lentes y relojes Cartier; puede quitarse una prenda de oro en un instante y regalársela al interlocutor en un gesto de halago; es capaz de llenar una mesa de langosta, aunque él cuida mucho su dieta y por eso bebe y como poco", apunta una fuente que por razones de cercanía prefiere mantenerse en el anonimato.
Otro confidente desliza que el empresario disfruta mostrándose como un hombre de cuidado. "En el vidrio de su oficina había (quizás aún esté ahí) una bala incrustada, proveniente tal vez de disparos ocurridos en la asonada militar del 4 de febrero de 1992, pero él la muestra como prueba de cuán perseguido es". Otro rasgo apuntado por el testigo:"En la oficina de este extraño señor hay un enorme mapamundi con ciertas marcas que lo hacen sentir dueño de ese territorio. Además, habla muy mal de los venezolanos, es hostil con sus empleados y su mayor preocupación es impresionar a los demás".
Las ocupaciones laborales de Adrián Kupferschmied constituyen un verdadero caleidoscopio. Cuentan que su despacho es una suerte de pequeño mercado persa dividido en cubículos donde se comercializa desde azúcar, oro plata, bonos, acciones de la bolsa y mermeladas del Maxim´s de París hasta contratos de armamento.
Sin embargo, no son esas minucias mercantiles (de las que se presume ha obtenido dinero y el odio de grupetes que se confiesan de alguna manera estafados) el único manantial de riquezas y escándalos. Recadi es su primigenia inspiración pública. Aunque no fuera investigado en ese momento por ningún movimiento ilícito, la prensa lo señalaba a finales de los ochenta por su intervención como "gestor de gestores" a través de diversas empresas, entre ellas Capital Express, denunciada como la mayor intermediaria para la adquisición de dólares preferenciales de Recadi –por importaciones simuladas- y en la que era socio de José Angel Ciliberto (hijo) y Gustavo Quintero, este último esposo de Mariela Rey, entonces consultora jurídica del Ministerio de Hacienda. "Rara casualidad", murmuran todavía muchos.
En 1992, en el marco del proceso de licitación de las fragatas –ganado por Littons Ingals, empresa estadounidense de la cual Kupferschmied era asesor y/o representante-, investigaciones realizadas por El Nacional daban cuenta de varias firmas en las que el empresario era socio, entre ellas Transportes 242 C.A., donde figuraban Miguel y Alberto Benatar, Ricardo Casally y Adolfo Ramírez Torres. También menciona el texto la intervención de concesiones Casanova C.A., Concesionaria Santiago de León y Papa 1000 C.A., todas cuestionadas por el caso de estafa a la nación en que derivó el Régimen de Cambio Diferencial.
Por otra parte, en la referida entrevista de Agustín Beroes, el llamado Rey de Recadi reconocía ser dueño de otra cantidad de empresas –de muy antagónica especie- como Vidarven C.A. (seguridad electrónica), Seror C.A. (administradora de personal), Lider Tour (agencia de viajes), Hotelera Líder C.A. (proyecto hotelero en Margarita), Administradora C.R.C.A. (administradora de inmuebles), Pasta House (comida rápida), Mister Potato (comida rápida), Tecno Food (propietaria de los restaurantes antes citados), Industria Nacional de Artemias (en sociedad con la empresa Nacional de Salinas, Ensal) y Tejidos de Punto F.I. C.A. (industria textil).
Kupferschmied tienen un su haber relaciones personales tan plurales como sus andanzas comerciales. Dicen que el intento de suicidio de Héctor Meneses, ministro de Fomento en la época de Lusinchi –motivado por el dramático desenlace de Recadi, en el que los jerarcas de mayor rango, incluido el Presidente, lo dejaron solo-, se produjo unos días después de visitar el despacho del ingeniero. Este, no obstante, en la misma entrevista de Beroes, negó esa circunstancia, sin ocultar conocerlo bien, a través de reuniones nocturnas y amigos comunes, lo llamaba "el flaco Meneses" como sólo lo hacían los más íntimos.
Sus vínculos con la política –Acción Democrática en particular- y las Fuerzas Armadas tampoco son un secreto. Kupferschmied visitó Miraflores en el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez. Su participación en el negocio armamentista lo acerca a personeros del alto mando militar. "Así", señala un informe confidencial, "ha confesado públicamente ser socio del general Cardozo Grimaldi, ex ministro de la Defensa. De la misma manera se le sabe estrechamente vinculado a los vicealmirantes Carlos Larrazábal García y Héctor Jurado Toro, y el contraalmirante Gustavo Sosa Larrazábal". Más adelante agrega: "Se tiene información de fuentes confiables, que Adrián Kupferschmied ha tenido acceso directo a Miraflores desde el comienzo del segundo gobierno de Caldera. En pasillos de Palacio se comenta que ha hecho grandes negocios con el aval de personeros de la Presidencia de la República. De acuerdo con la fuente, por lo general bien informada, Adrián Kupferschmied es introducido a Miraflores por el exdirector de Administración del Ministerio de la Secretaria de la Presidencia, Rafael Cegarra. Así mismo, se le imputa a Henrique Meier Echeverría, sucesor de Tulio Alvarez, el ser, desde Miraflores y desde el Ministerio de Justicia, uno de los principales soportes de Kupferschmied en el gobierno".
Otra personalidad allegada ha sido Adolfo Ramírez Torres, ex gobernador del Distrito Federal, viceministro de Relaciones Interiores y precandidato a la Alcaldía de Caracas en 1989 por Acción Democrática. Es vox populi que el empresario financió la totalidad de la campaña del precandidato –incluyendo encuestadores, sociólogos y periodistas expertos en el oficio del palangre-, y que el búnker de la operación electoral se encontraba en los predios de Kupferschmied, puesto que además eran socios en varias empresas.
Ramírez Torres, acusado de tráfico de drogas, salió en libertad provisional en 1994 luego que el juez 34 Penal, Luis Ortega Lima, acogiera los argumentos de la defensa sobre el retardo procesal.
Pese a las constantes maniobras de ocultamiento, Kupferschmied deja huellas a su paso. Como si fuera poco el irresoluto embrollo de las fragatas , ya antes, la privatización de la Empresa Nacional de Salinas (Ensal) –adquirida por Tecnosal, donde el ingeniero es uno de los socios mayoritarios-, despertó volcánicas humaredas y su nombre fue puesto de nuevo en la palestra, aunque sin consecuencias legales por ahora. En octubre pasado, la Comisión de energía y Minas del Senado de la República aprobó por unanimidad un informe presentado por la subcomisión especial encargada de investigar la concesión de Ensal, señalando que el Estado debía ser recompensado por la pérdida de 732 millones de bolívares que no entraron en el proceso de comercialización y que corresponden a 305 mil toneladas de sal asentadas en la llamada Laguna Madre y en las salinas artificiales. De ahí que el precio final de la concesión –4,09 millardos- fuera menor que el real. Desde el mismo momento en que se anunció en 1995 que Tecnosal era la ganadora de la licitación, se señalaron irregularidades en el proceso; sin embargo, la Asamblea Legislativa del Estado Sucre sometió el caso a las distintas fracciones parlamentarias, determinando en 1996 que no hubo dolo ni daño moral para la región, por lo que el asunto permanece stand by y el nombre Kupferschmied, tan blanco como la sal.
Pero el cuento de la repotenciación de las fragatas apenas comienza. El proceso tribunalicio da los primeros pasos y la juez Milena Noguera no se atreve siquiera a calcular si la querella tardará meses o, incluso, años. El diputado David Paravisini señala que la subcomisión parlamentaria que preside se hace preguntas acerca de por qué las empresas italianas no han intentado cobrar de nuevo la deuda, por qué los funcionarios públicos que intervinieron en la tramitación de la transferencia han omitido toda referencia a Kupferschmied o por qué el Ministro de Hacienda cancela sus deudas sin exigir recibos ni constatar la procedencia de los correspondientes cobros.
Y explica: "El contrato hecho entre la empresa italiana Oto Melara y la Marina venezolana debió haber culminado en 1992; pero, por incumplimiento o fallas atribuibles a las Fuerzas Armadas, no pudieron completarse los trabajos en esa fecha sino que se postergaron hasta 1994, cuando la entrega y colocación de las cañoneras y las torpederas se hizo parcialmente, porque aún falta por ejecutar un millón 900 mil dólares del contrato de 2.5 millones. Sin embargo, lo extraño en esto es que la Marina y la Inspectoría General de las Fuerzas Armadas liberaron el total de pagarés, como si el trabajo hubiese concluido. Hay un gran desorden en el Ministerio de Hacienda, no sólo con este caso sino con muchos otros".
La confusión en las comunicaciones enviadas por las empresas italianas y el depósito final en la cuenta de Samana Int. Genera también múltiples dudas en el defensor de Kupferschmied, el penalista Reynaldo Gadea Pérez, quien asegura estar frente a un asunto de ribetes foráneos, donde habría intereses precisos de la empresa Oto Melara de desprestigiar a la Littons Ingals a través de su asesor en Venezuela.
La historia parece revertirse para Kupferschmied. Ahora son otros los que le sugieren "mira, pana, no me llames porque me rayas". Aunque eso no lo amilana, el misterioso, reservado y huidizo caballero del Cubo Negro prefiere callar –mas no otorgar-, evitar revolver avisperos públicos que cree apaciguados, contemplar los aviones desde su inmenso escritorio y revisar precavido la prensa, por si acaso su difícil nombre aparece de nuevo.

1 comentario:

  1. HAY QUE AGREGARLE SUS NEGOCIOS CON EL GOBIERNO DE HUGO CHAVEZ Y CON MAURICE BERACHA.

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