martes, 26 de octubre de 2010

Reviviendo viejas historias de banqueros

El siguiente escrito reflejaría en su contexto adecuado las acciones del banquero Carlos Bernardez durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez y el segundo de Rafael Caldera. Quienes lo recuerdan aseguran que su poder era inmenso, una especie de intocable.
Hoy Bernardez se dedicaría a lucrativos negocios financieros, manteniendo un relativo bajo perfil, que dejaría de ser discreto dentro de lo que serían sus dominios en el Caracas Country Club.

La Erupción de los Odios

RESOLUCIÓN SUPERINTENDENCIA DE BANCOS 1.992

Según un memorando preparado por el diputado Henry Ramos Allup en Octubre de 1.996, “.. todo lo relacionado con la crisis del sistema financiero destapada tras la caída del Latino en enero de ’94, hay que buscarlo en la guerra por el control del Banco de Venezuela protagonizada por Carlos Bernardez , de un lado, y el dúo Orlando Castro-José Alvarez Stelling por el otro. Allí se generaron alianzas cruciales y odios determinantes en la evolución y caída de la banca...”

Entre 1980 y 1991 el liderazgo y representación del sector bancario venezolano estaba dividido en tres grandes grupos. Dos de ellos que se debatían las posiciones de control de los organismos de representación, la Asociación Bancaria de Venezuela y el Consejo Bancario Nacional, las representaciones ante el Banco Central de Venezuela, FOGADE y Fedecamaras y un tercero menos involucrado en estas luchas de poder, que se ubicaba a favor de uno u otro lado, según las circunstancias.

Uno de los grupos en permanente disputa estaba liderado por Pedro R. Tinoco h y José Álvarez Stelling de los bancos LATINO y Consolidado y el otro por Carlos Alberto Bernárdez y José María Nogueroles de los bancos DE VENEZUELA y Provincial. El tercer grupo estaba constituido principalmente por los bancos extranjeros y por bancos medianos y pequeños domiciliados en el interior del país.

Compartían la jefatura con Tinoco y Álvarez Stelling, Gustavo Marturet presidente del Banco Mercantil, Henry Benacerraf presidente del Banco Unión, Fernando Pérez Amando presidente del Banco de Maracaibo. También configuraban el grupo, el Banco Internacional presidido por José Luis Revenga, el Banco La Guaira presidido por Jesús Alberto Lauría, el Banco Barinas presidido por Víctor Vargas, el Banco Italo presidido por José Francisco Otero, el grupo Latinoamericana presidido por Orlando Castro, el grupo Bancentro presidido por Víctor Gill , Banco Caroní presidido por Arístides Maza tirado y otros más que en el transcurso de los años se fueron incorporando..

Del lado de Bernardez y Nogueroles, se ubicaban el banco del Caribe presidido por Edgar Dao, el Banco Construcción presidido por José Di Mase, el Banco Venezolano de Crédito presidido por Oscar García Mendoza, Bancor presidido por Juan Santaella, Banco Exterior, Banco Lara presidido por Luis Oropeza, Banco Caracas presidido por Bernardo Velutini, Banco Federal presidido por Nelson Mezherane, Banco del Orinoco Presidido por Julio Sosa Rodríguez y otros.

En 1.989 cuando Pedro Tinoco h entró al gobierno de Carlos Andrés Pérez como presidente del Banco Central de Venezuela, sus funciones gremiales en el grupo Latino fueron asumidas por Gustavo Gómez López, quién pasó a ser Vicepresidente del Consejo Bancario Nacional y representante de la banca ante el directorio de FOGADE. A partir de ese momento, por inhabilitación de Tinoco, el liderazgo máximo del grupo de bancos que actuaban coordinadamente, fue asumido por José Álvarez Stelling.

En 1.991 Orlando Castro, bajo el asesoramiento de sus jóvenes ejecutivos Juan Carlos Escotet y José Luis Lagoa, toma la iniciativa de comprar un importante paquete accionario del Banco de Venezuela. A juicio de los citados ejecutivos, las acciones estaban a un precio muy por debajo de su valor real y representaba una auténtica oportunidad aprovechar esa imperfección del mercado bursátil venezolano. Se dijo que la operación estaba planificada como negocio bursátil, es decir, para “entrar y salir” con una utilidad, pero la historia fue otra.

Castro no consiguió que los accionistas en comando del Banco de Venezuela presidido por Carlos Bernardez le compraran las acciones a un mejor precio, ni tampoco hubo mucho interés por parte de otros accionistas importantes de ese banco. El grupo Castro se vio obligados a quedarse con las acciones, esperando un “mejor momento” para su venta.

Ante esta situación, Castro solicitó una posición en el directorio del banco, lo que fue violentamente rechazado por Bernardez. Ni él ni sus aliados aceptaban la entrada de este señor, ni de su grupo en la directiva de la centenaria y exclusiva institución. Querían a Castro fuera de la banca. Consideraban que no le alcanzaría el oxígeno financiero en el tiempo y en consecuencia, se vería obligado a vender las acciones a bajo precio. Bernardez, ya venía de ganar otro pleito accionario, esa vez con su ex – suegro y fundador del Banco, Don Vicente Lecuna, quién lo había introducido a la institución. Se sentía invencible, pues luego de haber derrotado a Don Vicente Lecuna, Orlando Castro no le parecía un enemigo de peso.

La llegada de Orlando Castro al sistema bancario, quién venía de un exitoso desempeño en el campo asegurador, solo fue rechazada por el circuito de influencia de Bernardez. La actitud del grupo liderado por Tinoco no fue hostil al ingreso de Castro y sus jóvenes ejecutivos entre los que se contaba Juan Carlos Escotet, al sistema bancario. La primera reunión de Orlando Castro con la directiva del Consejo Bancario presidido por Gustavo Marturet y la Asociación Bancaria presidida por José Bouza, fue en el Banco Hipotecario de Occidente, presidido por Gustavo Gómez López y en presencia de Fernando Lauría el otro vicepresidente del Consejo Bancario y de José Luis Revenga representante por la Banca al directorio de FOGADE. Allí se le dio la bienvenida y se le pidió que manejara sus diferencias con Bernardez, de una forma inteligente y que no produjera disturbios en el ámbito bancario nacional. Castro aceptó gustoso los términos planteados.

Durante dos años Castro y Bernardez se enfrentan en una fiera batalla. La intransigencia y la arrogancia dominaron el proceso. Las polémicas ya habían llegado ante la Corte Suprema de Justicia, la Comisión Nacional de Valores, las altas esferas del sistema bancario, la política y los medios de comunicación

El año de 1.993 arranca con la etapa más crítica de este conflicto. Ya José Álvarez Stelling ha entrado en la batalla, comprando parte de las acciones del grupo latinoamericana, las acciones que tenía el grupo Mendoza en dicho banco y alineándose con Orlando Castro en el objetivo de tomar el control del Venezuela. Este cambio tenía un objetivo estratégico, cual era la fusión del Banco Consolidado y el Banco de Venezuela en una sola institución, un verdadero mega banco venezolano.

Por su lado, Bernardez, ha involucrado ya en el conflicto al Banco Provincial perteneciente al grupo POLAR y a otros que se han radicalizado a su favor como Oscar García Mendoza, Julio Sosa Rodríguez, miembro del Consejo Asesor del banco y Gustavo Roosen, que ejercía un cargo de Ministro en el gabinete de Carlos Andrés Pérez y formaba parte de la directiva. También milita en este grupo Francisco Palma del despacho de abogados Backer & Mckenzie.

Vale la pena mencionar que hasta 1.992, los grupos habían establecido una mecánica de convivencia en lo relativo a la representación gremial. En esa alternancia, le correspondía por acuerdos previos, asumir la presidencia del Consejo Bancario Nacional a Carlos Bernardez Lossada, todavía presidente del Banco de Venezuela, pero el conflicto por el control dicha institución fue tan intenso, que quebró para siempre ese pacto de convivencia, dividiendo al sector bancario hasta el extremo de llevarlo a su desaparición, tal como se le conoció hasta ese momento.

En lugar de Bernardez, Gustavo Maturet fue re-electo por un período mas y en 1.993 asumió José Bouza Izquierdo la presidencia del Consejo Bancario Nacional, Juan Tomás Santana la presidencia de la Asociación Bancaria y Fernando Lauría fue ratificado en una Vicepresidencia del Consejo y en la representación ante el directorio del Banco Central de Venezuela, todos estos dirigentes eran ejecutivos del grupo bancario de Álvarez Stelling. Gómez López conservó la primera vicepresidencia del Consejo Bancario que ejercía desde 1.989.

Un elemento que pocos recuerdan, es que durante el conflicto que analizamos, llegó a plantearse seriamente la intervención del Banco de Venezuela. El concepto de que los administradores, encabezados por Bernardez, a través de maniobras y autocréditos con recursos de los depositantes, retuvieran el control del banco, en rebeldía con la mayoría de los accionistas, generó severas críticas en todos los círculos del país. La postura discriminatoria de ese pequeño grupo, que rechazaba el ingreso de un representante de Orlando Castro en la Directiva del Banco de Venezuela, polarizó a casi todos los sectores el país, situación que se agravó cuando esa actitud se extendió contra un accionista tradicional del banco, como lo era José Alvarez Stelling.

Entre otros sectores, dividió también a las autoridades financieras. La Superintendencia de Bancos encabezada por Víctor Saúl Gutiérrez, se inclinó a favor de la medida. La Superintendencia detectó que a través de mecanismos heterodoxos y utilizando como propio el dinero del público, Bernardez seguía controlando la entidad, en contra de la voluntad de la mayoría de los accionistas. Otro aspecto del informe, recomendaba severas medidas por la adulteración de balances, basado en la detección de operaciones pactadas entre el Venezuela, FIVENEZ y el Banco Provincial. Se trataba de transacciones extra-balance, destinadas a la compra de acciones del banco a precios elevadísimos y por montos totales que representaban decenas de veces el capital de las entidades participantes.

Por su lado, el Banco Central de Venezuela presidido por Ruth Krivoy, quien había sido expulsada del grupo Alvarez Stelling en dudosos términos, luego de ejercer la Vicepresidencia del Banco Consolidado, se opuso a la intervención, apoyando a Bernardez, Jacques Vera y a Nogueroles. El informe admitía las faltas, pero recomendaba multas y sanciones mas leves, considerando la intervención como una medida excesiva. ( ver informe ).

El otro organismo oficial involucrado fue FOGADE presidido por Esperanza Martinó, quién era percibida como favorable a los intereses de Orlando Castro. Se le propuso al directorio una opinión favorable sin condicionamientos que respaldaba el informe la Superintendencia de Bancos elaborado por Víctor Saúl Gutiérrez. Como representante del sector bancario ante dicho instituto, Gustavo Gómez López intervino en la sesión del directorio. Pretendió racionalizar el texto de la misma, propuso un párrafo que le abrió un camino a la directiva del Banco de Venezuela para la solución de los problemas planteados, pero aún así, esta intervención fue interpretada como un acto hostil hacia Bernardez y su grupo. Cita Bernardez en una carta dirigida a los miembros del Consejo Bancario Nacional, fechada el 4 de septiembre de 1992 “Entre otras inicuas acusaciones, la Junta Directiva del Banco de Venezuela, ha sido señalada por FOGADE, de haber preparado y suscrito dolosamente (es decir, con intención criminal, con voluntad de delinquir) estados financieros falsos, desconociendo que los estados financieros han sido auditados por Espiñeira, Sheldon y Asociados, y que han tenido siempre la opinión limpia de nuestras operaciones. Este señalamiento, acerca del cual no se menciona ninguna prueba (ni se podrá mencionar, puesto que es un hecho falso), es de una gravedad fuera de lo común. La gravedad del señalamiento aumenta, si se toma en cuenta que la resolución de la Junta Directiva de Fogade, fue adoptada con el voto favorable del representante del Consejo Bancario Nacional, Doctor Gustavo Gómez López.”

Conviene recordar, que también el poderoso mundo de los medios de comunicación fue tocado por este conflicto. Viejas y tradicionales rencillas entre los dos grupos comunicacionales mas influyentes del país encontraron en este pleito un campo para la batalla (Diario de Caracas, pag 18 – 30-3-93). El grupo Cisneros, asociado al Banco Latino y a Pedro R. Tinoco h, tomó partido a favor de Álvarez Stelling y Orlando Castro, mientras Marcel Granier y Peter Bottome de Radio Caracas y el Diario de Caracas, se alinearon a favor de Bernardez, Julio Sosa, Gustavo Roosen, Francisco Palma y otros miembros de la directiva o el Consejo Asesor del Banco de Venezuela, para quienes una medida de intervención en el banco representaba un grave riesgo comercial y personal, especialmente por la costumbre en el país de asociar las intervenciones bancarias con la estafa y el robo.

El conflicto por el control de la institución bancaria más emblemática del país también se apodera del ámbito político y gubernamental, constituyéndose en un problema “de Estado” ya que afectaba la normalidad del país en innumerables aspectos.

Como si fuera poco, no debe olvidarse, que todo este proceso se desarrolla en medio de un año electoral, donde la división del sector bancario también estuvo muy presente. Los grupos Latino, Consolidado y sus aliados, con Gómez López y Alvarez Stelling a la cabeza, apoyaron abiertamente a los adversarios de Rafael Caldera, Oswaldo Alvarez Paz de Copei y Claudio Fermín de Acción Democrática. Orlando Castro resultó ser el financista estrella de la Causa R que aupaba la candidatura del otro oponente de peso, Andrés Velásquez, mientras Bernardez, Sosa Rodríguez y sus aliados apostaron fuertemente a la candidatura de Rafael Caldera, ampliamente conocido por su afición por las venganzas y los odios irreductibles.

Como consecuencia de estos apoyos, el futuro candidato y ex presidente Rafael Caldera, tomó partido por el grupo de Bernardez, a la sazón Bernardez estaba casado con una prima de su esposa Alicia Pietri de Caldera. Caldera llamó al presidente Carlos Andrés Pérez para interceder a favor de la directiva cuestionada y solicitar la suspensión de las medidas que proponía la Superintendencia de Bancos, tal como lo explicó el propio presidente Pérez, en una entrevista por televisión “Hubo una llamada telefónica del Presidente Caldera, donde me planteaba que le habían llegado noticias de que el Gobierno pensaba intervenir el Banco de Venezuela. Yo le respondí telefónicamente que en ningún momento se pensaba intervenir el banco, pero ya que lo veía interesado en el problema, que reflexionara sobre la gravedad que le estaba creando al sistema financiero venezolano el conflicto, entre el Banco de Venezuela y los compradores del Banco de Venezuela.”

Como consecuencia de esas maniobras, el gobierno paralizó la intervención y el Superintendente de Bancos Víctor Saúl Gutiérrez, pagó los platos rotos por el conflicto entre los poderosos, pues el 6 de Marzo de 1.992 terminó destituido bajo acusaciones de parcialización a favor de Álvarez Stelling. Muchas personas defendieron la honorabilidad de Gutiérrez por los medios de comunicación y la Comisión de Contraloría del Congreso en un informe presentado un año después, en marzo de 1.993 lo exoneró de responsabilidades y consideró improcedente su destitución ( El Nacional D8 / 1-3-93 ). A raíz de su destitución fue designado Roger Urbina como nuevo Superintendente de Bancos.

A Urbina le correspondió la misión de recomponer la normalidad en el alterado funcionamiento del sistema bancario. Bajo su gestión, el informe fue ajustado en coordinación con los acusados.

A pesar de la buena voluntad de Urbina, no fue posible ocultar los eventos que eran tal como los había descrito su antecesor. Por autopréstamos, operaciones a favor de empresas relacionadas sin garantías, ocultamiento de obligaciones contingentes, alteración del balance, etc, se tomó el camino de convenir con los administradores del Banco de Venezuela la aceptación de una sanción leve , tal como se evidencia en la resolución numero 383.92 del 6 de noviembre de 1.992 que estableció:

1.-Sancionar al Banco de Venezuela SAICA, conforme a las siguientes infracciones de la Ley General de Bancos y Otros Institutos de Crédito, y Código de Comercio, como sigue:

“Por el artículo 32 (numeral 3) de la Ley General de Bancos y Otros Institutos de Crédito, multa por la cantidad de CINCUENTA MIL BOLIVARES (Bs. 50.000)

Por el artículo 175 (numeral 3) de la Ley General de Bancos y Otros Institutos de Crédito, multa por la cantidad de CINCUENTA MIL BOLIVARES (Bs. 50.000)

Por el artículo 175 (numeral 6) de la Ley General de Bancos y Otros Institutos de Crédito, en concordancia con el articulo 263 del Código de Comercio, multa por la cantidad de QUINIENTOS DIEZ MIL BOLIVARES (Bs. 510.000)

Por el artículo 286 del Código de Comercio, multa por la cantidad de QUINIENTOS DIEZ MIL BOLIVARES (Bs. 510.000)

Por el artículo 148 de la Ley General de Bancos y Otros Institutos de Crédito, multa por la cantidad de CINCUENTA MIL BOLIVARES (Bs. 50.000)

Todo lo anterior suma la cantidad de UN MILLON CIENTO SETENTA MIL BOLIVARES (BS. 1.170.000)”

Los acusados, benévolamente sancionados con una pequeña multa, se salvaron de la “maldición” de una intervención, pero quedaron en evidencia, por lo cual se trazaron el propósito de vengarse. Necesitaban echar tierra y una columna de humo sobre la utilización de estas “cuestionables prácticas” por las cuales quedaría manchada su reputación, había que hacerle creer a toda la sociedad que quienes incurrían en ellas eran los demás banqueros, no la directiva del Banco de Venezuela presidida por Carlos Bernardez. Y casi lo lograron.

Igualmente se convencieron de la necesidad de acabar con sus enemigos en la primera oportunidad que se les presentara, no estaban seguros de poder salir airosos en un segundo enfrentamiento con tan poderosos adversarios. La semilla de los eventos que sucederían el 12 de enero de 1.994 estaba sembrada.

Superado en 1.992 el traumático evento de la posible intervención del Banco de Venezuela, la guerra por el control de ese Banco continuó por muchos meses.

El Presidente Carlos Andrés Pérez había designado al Banco Central de Venezuela como mediador entre Álvarez Stelling y Bernardez. Durante una parte del proceso, Pedro R. Tinoco h, su presidente, se convirtió en la instancia oficial ante la cual debía ser ventilado el problema. Por otra parte, muchos años antes, el escritorio de abogados relacionado con Tinoco había sido contratado por Álvarez Stelling para que lo atendiera en algunos asuntos y el socio de ese despacho Ignacio Andrade Arcaya ejercía su representación. Este fue un hecho complejo y explosivo, cuyas consecuencias se proyectaron en la crisis bancaria. Después del intento de golpe de estado de febrero de 1.992, Tinoco sale de la Presidencia del Banco Central, vuelve a sus oficinas del Banco Latino como presidente del Consejo Superior del grupo financiero, desde donde apoya ampliamente a Alvarez Stelling y a Orlando Castro, tanto en lo político, como a través de facilidades crediticias destinadas a su fortalecimiento accionario. Desafortunadamente, lo sorprende la muerte el 30 de Marzo de 1.993.

A raíz de su muerte, su sucesor Gustavo Gómez López, hereda todos sus enemigos y a casi ninguno de sus amigos.

Otro tema candente que estaba en pleno desarrollo, era la discusión de la nueva Ley General de Bancos. Viejas polémicas por la representación de las minorías afloraron y las simpatías del gobierno provisional de Ramón J. Velásquez estaban con la tesis contraria a la que sostuvo por decenios Pedro Tinoco y sus asociados. Le tocó a Gustavo Gómez López enfrentar a los Ministros del gobierno que pretendían imponer una fórmula que hubiera dinamitado la estructura de dirección de la mitad de los bancos comerciales, multiplicándose los casos similares al Banco de Venezuela. La imposición de la designación de un director por cada 10% de las acciones, traía serios conflictos accionarios entre otros, en el Banco Latino, el Banco Consolidado, el Banco Provincial, el Banco Construcción. La pelea fue corta pero intensísima.

En la reunión pactada en el Palacio de Miraflores, quién asumió el debate personal con el Presidente Velásquez, fue precisamente Gómez López. Al final de la discusión, el Presidente Velásquez, de muy mala gana, admitió los argumentos expuestos por los banqueros, que recomendaban mantener el 20% como mínimo para la designación de un director, prometió modificar el texto de la ley, a pesar de que algunos de sus Ministros ya había anunciado la reducción al 10% por los periódicos, una día antes de que se produjera la reunión de gabinete que aprobaría la ley.

Desde ese momento, las acusaciones por conspiración y asonadas cívico militares, financiadas y urdidas desde el Centro Financiero Latino, fueron una constante hasta la intervención del banco y han sido mantenidas durante muchos años posteriores a esa fecha.

Finalmente, el 30 de Marzo de ese mismo año, la Corte Suprema de Justicia autorizó a la asamblea del Banco de Venezuela a sesionar, un acuerdo entre el grupo Álvarez Stelling-Castro con Finalven despejó el tema accionario que tuvo a la institución y al país “en jaque” por mas de tres años.

El 27 de abril de 1.993 se celebró la asamblea de accionistas. José Bouza Izquierdo fue designado Presidente de la Junta Directiva, Carlos Ernesto Stelling Presidente Ejecutivo y entre otros directores principales Ignacio Andrade Arcaya quién debió renunciar a su cargo de miembro principal de la Junta Directiva del Banco Latino, para asumir esta nueva posición.

Orlando Castro, se negó a aprobar la gestión de Carlos Alberto Bernardez, quién había sido derrotado conjuntamente con todo sus aliados. Aquel Día nadie vio a Bernardez ni a Julio Sosa Rodríguez ni a muchos de los derrotados en la asamblea, como Ministros y altos jerarcas del triunfante y vengativo gobierno de Rafael Caldera. Carlos Andrés Pérez ejercía plenamente el cargo de Presidente de la República, sin sospechar que pocos días después, iba a ser expulsado del palacio presidencial y convertido, quizás injustamente, en el símbolo de todo lo negativo y criticable que le había ocurrido a la República durante la etapa democrática. El plan de arrasar con Pérez y con todos los que se consideraban sus asociados, tenía ahora, además de Caldera, los militares y políticos asociados a los dos intentos de golpe de estado; a un tren de ejecutivos de alto nivel, dotados de recursos y energía suficientes para concretar esa tarea.

Al concluir la asamblea de accionistas del banco, Orlando Castro proclamó eufórico “...perdono, pero no olvido...”. La batalla entre las partes había llegado a niveles extremos, si bien un grupo aprovechó al máximo sus relaciones con el estamento político predominante, el otro grupo apeló a las más subalternas prácticas importadas. Castro, declaró a los diarios “...empañaron mi vida con el peor de los delitos, el delito de la droga. Esos policías y los responsables, quienes los dirigieron en su momento, tendrán que pagar las consecuencias de ese acto...”. Castro y Bernardez fundaron en Venezuela, un nuevo estilo de dilucidar las diferencias entre grupos empresariales, “domiciliando” en Miami los conflictos y utilizando la Cortes Federales de ese país como un juguete de sus batallas. En el Diario de Caracas del 27 de abril de 1.993, Orlando castro anunciaba “...una acción legal ante el tribunal del Onceavo Circuito Judicial del Condado de Dade, en Miami, contra varios miembros de la junta directiva que hoy entregará cuentas...”. Al final, un dispendioso pero efectista estilo que fue continuado durante la crisis bancaria, pero sobre todo un jugoso negocio que solo favorecía a los bolsillos de los abogados extranjeros y a sus contrapartidas locales. Estos contrincantes, entre otros desaguisados, fueron los fundadores una nueva forma de corrupción en nuestro país.

Ese día, podría decirse que asistimos a la erupción de los odios, que desbordados y fortalecidos por los resultados electorales de diciembre de ese año, actuaron en enero de 1.994 en el caso del Banco Latino. Para comprender los vínculos entre ambos procesos, basta repasar la historia de la intervención de ese banco y los nombres de los principales actores durante el proceso y compararlos con los de esta historia.

Según un memorando preparado por el diputado Henry Ramos Allup en Octubre de 1.996, “.. todo lo relacionado con la crisis del sistema financiero destapada tras la caída del Latino en enero de ’94, hay que buscarlo en la guerra por el control del Banco de Venezuela protagonizada por Carlos Bernardez , de un lado, y el dúo Orlando Castro-José Alvarez Stelling por el otro. Allí se generaron alianzas cruciales y odios determinantes en la evolución y caída de la banca...”

Fuente: http://www.bancolatino-venezuela.info

4 comentarios:

  1. ¿Y AHORA QUE TIENE QUE DECIR LUIS?

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  2. EXCELENTE HISTORIA QUE NOS HACE REMEMORAR ESA NOVELA FINANCIERA QUE AUN TIENE SUS EFECTOS EN EL SISTEMA BANCARIO DE HOY.... LES FALTO DECIR QUE TANTO VARGAS COMO GILL FUERON FICHAS DE GOMEZ LOPEZ PARA OTROS NEGOCIOS QUE LAMENTABLEMENTE SE LE FUERON DE LA MANO CON LA CAIDA DEL BANCO LATINO.

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  3. Esta interesante historia muestra algo muy importante de la cuarta república: el poder detras de la Banca y la influencia del sector político del País en la toma de decisiones en los organismos públicos.

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  4. Dónde puedo encontrar más informaciónç'

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