Capriles, venezolano de 65 años, un empresario de trato amable con una vertiente intelectual muy pronunciada, pidió al arquitecto que sacrificara el número de pisos de ese inmueble que él, reuniendo a un importante número de inversores, había comprado para rehabilitar en la calle Fernando VI. Dándole la vuelta a la idea inicial, se redujo de 36 a 26 el número de apartamentos. "La idea era traer un concepto más lujoso insertado en una arquitectura clásica. Por fuera, preservar las hermosas fachadas de los edificios históricos de Madrid, y por dentro un concepto más americano de comodidad, de espacio sin complejo. Baño arriba, baño abajo. Nada de bajar escaleras", explica en su oficina, frente a la plaza de la Villa de París, de acuerdo con el diario español El País.
En un momento en el que los promotores locales sufrían por la crisis, Axel apostó por el mercado español. Y jugó a subirlo de nivel, en un intento por igualarlo a la oferta de vivienda exclusiva de París o Londres, salvando las distancias. Y le funcionó. Gran Roque, la compañía de los primos, comercializa inmuebles de varios millones de euros, lo que ha atraído a grandes fortunas, nacionales y extranjeras, al corazón de Madrid.
Fuente: Con información de Juan Diego Quesada - El País
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