lunes, 17 de diciembre de 2018

Rafael Ramírez: Entre la impunidad y el odio ocurre la absurda muerte de Nelson Martínez

Por: Rafael Ramírez: El pasado 12 de diciembre murió Nelson Martínez, trabajador de PDVSA, compañero de luchas durante diez años, ex mnistro de Petróleo, presidente de PDVSA y de Citgo. Su deceso ocurrió mientras estaba en cautiverio, retenido desde hacía un año por el gobierno, secuestrado sin que se supiera de qué delito se le acusaba. Su partida es un hecho triste y que lamentamos profundamente.
Lo primero que quiero es expresar mis más sentidas condolencias a su esposa, hijas, hijo y a todos sus amigos y seres queridos por tan irreparable e injusta pérdida.

Aunque la muerte de un ser humano siempre es lamentable, en esta ocasión se trata, además, de un hecho injusto, producto de la crueldad y ensañamiento con que actuaron sus captores.

Desde el mismo momento de su detención, rodeada de un operativo policial desmedido hecho para las cámaras de la televisora del Estado, expuesto al escarnio público, por el fiscal general que juzgó y condenó a Nelson sin siquiera presumir su inocencia, ni tener un mínimo de consideración o equilibrio en su actuación.

A partir de allí, vino el linchamiento en los medios y redes sociales que controla el gobierno, donde se vilipendió su nombre y reputación. Convirtieron así a, Nelson en uno de los “trofeos” más preciados de Maduro y su fiscal, cuya vendetta irracional de ambos en contra de PDVSA, tiene más de 100 trabajadores secuestrados en las prisiones del gobierno sin derecho a la defensa y con sus derechos constitucionales conculcados al permanecer recluidos en una situación de aislamiento y maltrato que nadie merece. Otros muchos hemos sido perseguidos con saña, cuya consecuencia ha sido la destrucción de la empresa.

Conocí a Nelson Martínez hace un poco más de 16 años cuando, como miembro de la Junta Directiva de PDVSA presidida por el profesor Gastón Parra, nos reuníamos clandestinamente en el hotel El Conde, junto con otros trabajadores patriotas, para planificar acciones en defensa de la industria ante el desconocimiento de dicha Junta Directiva nombrada por el gobierno bolivariano por la “meritocracia” petrolera. Era 2002, año de intolerancia y violencia, del Golpe de Estado y del Sabotaje Petrolero.

Cuando comenzó el Sabotaje Petrolero en diciembre de 2002, y ya nosotros iniciábamos la contra ofensiva ordenada por el presidente Chávez, Nelson fue uno de los pocos que estaba allí, con nosotros, dispuesto a asumir la posición que le correspondiera para derrotar este artero ataque contra la patria.

Eran momentos de grandeza y heroísmo, donde cada uno se movilizaba, junto con los trabajadores y el pueblo, para defender el frente que le correspondiera sorteando la violencia, la intimidación y el accionar de los saboteadores para llevar dirección, conocimiento y acompañar a los trabajadores y al pueblo que, finalmente, derrotaron a la autoproclamada y soberbia “meritocracia” petrolera para, de esa manera, crear la Nueva PDVSA y poner el petróleo al servicio del pueblo.

Siempre lo conocí como un hombre de origen humilde, con una sólida formación técnica y credenciales académicas, que lo convertían en un profesional con densidad, una amplia experiencia y capacidad de trabajo. Así eran nuestros gerentes patriotas, hombres de conocimiento técnico y firmes principios éticos-políticos.

Establecimos una buena amistad desarrollada en el trabajo en conjunto, basada en el compañerismo y respeto, la solidaridad y el profundo sentimiento patrio que nos movilizaba. A pesar de todos sus grados y títulos, era un hombre de trato humano, sencillo, quien, con facilidad natural, era capaz de tomar decisiones complejas e interactuar con nuestros trabajadores y el pueblo sin prepotencia ni maltratos de ningún tipo.

Ocupó en esos momentos de consolidación de la Nueva PDVSA importantes posiciones de dirección de la empresa en el oriente del país, presidió nuestra filial PDVSA Gas, lo postulé y fue nombrado por el presidente Chávez miembro de la Junta Directiva de PDVSA, ocupó diversos cargos de dirección de la empresa y en el exterior, responsable de PDVSA América, con sede en Argentina, hasta que lo nombramos presidente de CITGO.

Teníamos una buena amistad y suficiente confianza para abordar cualquier tema, pudimos actuar de manera precisa. Cuando conocimos de sus problemas cardíacos, lo apoyamos solidariamente para realizar su operación del corazón, una intervención compleja, de la que quedó muy bien y con la cual podría haber sobrevivido muchos más años, siempre que tuviese los cuidados y medicamentos correspondientes, como es normal en esa situación. Era un hombre joven.

Luego de la muerte del Comandante Chávez, Maduro inició las maniobras para cambiar la conducción de PDVSA con el objetivo de tenerla bajo su control, con otro equipo, otra orientación. Me enteré de estas maniobras por el mismo Nelson, quien me llamó para informarme que desde la Dirección del Despacho de Maduro lo llamaban a CITGO para que viniera a reunirse a Miraflores, por supuesto a mis espaldas.

Me dí cuenta que el madurismo conspiraba contra mi posición como presidente de PDVSA, cosa que me parecía insólita e irresponsable, no sólo porque el presidente Chávez no se había planteado para nada asignarme un destino diferente, como lo dijo a viva voz, tres veces durante su campaña electoral, sino porque era evidente que, desde el mismo 2013, el país enfrentaba un proceso de desestabilización política, pero, a la vez, había advertido que nuestra economía entraba en un período de inestabilidad, básicamente por la desaparición física del presidente Chávez. De manera que era necesario decidir un conjunto de medidas económicas que era impostergable asumir y un mercado petrolero marcado a la baja de los precios. ->>Vea más...

Fuente: Artículo de Opinión - https://www.panorama.com.ve

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