jueves, 11 de octubre de 2018

En astillero brasileño está otro buque abandonado cuya construcción fue contratada por Pdvsa

No solo es en el Astillero Río Santiago de Argentina, sino también en Brasil. En las aguas de la Bahía de Guanabara, tres barcos son el símbolo de la crisis en el Astillero Eisa. Los buques forman parte de los pedidos al astillero, que por falta de pago o quiebra de contrato, tuvieron la construcción suspendida, generando pérdidas sin precedentes para el astillero. Actualmente la empresa, pasa por una recuperación judicial e intenta reelegirse.

Una de las embarcaciones es el Abreu y Lima, encargado por la compañía petrolera estatal venezolana PDVSA, lanzado al mar en 2009 para la instalación de los últimos equipamientos y acabados finales. Sin embargo, con la crisis en Venezuela, aún en el gobierno de Hugo Chaves, los pagos fueron suspendidos y el gigante de 182 metros de largo y capacidad para transportar 340 mil barriles de derivados de petróleo, no salió del lugar.

Otro buque abandonado es el portacontenedor Jequitibá, encargado por la empresa brasileña Log-in con 218,45m de largo y 38 mil toneladas de peso muerto. La empresa canceló el contrato después de que el astillero entrara en proceso de recuperación judicial. El buque está anclado esperando el comprador.

El récord de espera es de un buque de color gris, aún sin nombre e inacabado. La embarcación habría sido encomendada por la empresa Frota Oceánica Brasileña, que no actúa más en Brasil y está en el local desde hace más de 20 años. La empresa hizo el pedido usando el banco BNDES como financiadora, pero dejó de pagar y el buque pasó al banco que tampoco pagó. El 25 de septiembre de este año, la embarcación fue a subasta y el comprador debe dar un destino a la embarcación en los próximos meses.

Según el consultor de Eisa, Milton Branquinho, la empresa aguarda el cambio de gobierno en la expectativa de nuevas políticas públicas que incentiven y ayuden a calentar el mercado de la construcción naval. La empresa necesita nuevos pedidos para pagar sus deudas laborales y, quizás, recontratar a los más de tres mil empleados que fueron despedidos.

Los barcos siguen en el lugar, acumulando agua parada y preocupando a los habitantes del entorno, que los apodaron de Sucatão. En la tormenta del 15 de febrero de este año, las tres embarcaciones se soltaron y quedaron a la deriva, siendo rescatadas por remolcadores de la empresa.

A los antiguos empleados sobra la esperanza que un día reciban sus derechos y que hasta consigan volver a trabajar en la empresa. Buena parte eran habitantes de la región y con el cierre de las actividades del astillero se generó un impacto negativo en la economía de la región.


Fuente: Con información de http://www.ilhanoticias.com.br ->> Ir<

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