domingo, 28 de octubre de 2012

La noche mortal de Olga Fonseca

Han pasado 94 días desde que el oficial de policía Peter Mungai recibió un extraño reporte en la sede del Departamento de Investigación Criminal (CID) donde trabaja en Gigiri (Nairobi). Eran las 10:30 am del 27 de julio de 2012 cuando le informaron que Olga Fonseca, la encargada de Negocios de la Embajada de Venezuela en Kenia, había sido vista en la cama de su residencia oficial en el selecto barrio de Runda atada con unas cuerdas y, aparentemente, sin vida.
Nairobi, la capital de Kenia, es conocida como “la Suiza de África”. La Organización de las Naciones Unidas posee una de sus más grandes representaciones en esta nación con más de 22 departamentos y la sede global del programa UN-
Hábitat. Por ello existe una unidad especial de la policía para los diplomáticos y cualquier incidente de seguridad que los involucre toca los intereses nacionales. Mungai se alarmó y salió corriendo junto a funcionarios diplomáticos y varios efectivos policiales.
Al llegar al complejo residencial, fue imposible lograr el acceso por lo que decidieron buscar una escalera y subir a la azotea desde donde pudieron atisbar la habitación de Fonseca: “Vi a la embajadora acostada en su cama con cables atados alrededor de los pies, el cuello y asegurados a los listones de la cama. Junto al cuerpo había un par de alicates”.
Luego de recibir la autorización de los diplomáticos de la misión venezolana irrumpieron en la casa tumbando la puerta.
 Al llegar al dormitorio, Mungai se percató de que la puerta se abría forzadamente y había trozos de madera agrietada en el marco.
Al inspeccionar la escena del crimen, era evidente que la diplomática había fallecido y, por el amasijo de cables que tenía enrollados en su cuerpo, pensó que la muerte fue por estrangulamiento.
Chequearon el resto de la casa y encontraron un vaso medio lleno de un líquido desconocido en una mesa por lo que lo mandaron a analizar. Al lado había una bolsa de plástico con una botella de soda y otra de whisky Johnnie Walker Black Label. Al subir las escaleras y revisar la planta superior, vieron un reguero de líquido que se había secado pero había dejado un rastro lineal en dirección a la habitación de Fonseca.
“Esto es un signo de que el cuerpo de la embajadora fue arrastrado y alzado del suelo luego de matarla”, explica lacónicamente el policía. En la habitación contigua a la principal descubrieron que los asesinos habían intentado posar el cuerpo en otros sitios como el cuarto de la televisión y otra recámara.
En otras inspecciones, los investigadores hallaron en la sala de máquinas de la piscina, junto a la pared del perímetro, huellas de pisadas y alteraciones en el friso, lo que les indica que los asaltantes pudieron entrar y salir por ese lugar. “Tratamos de entrevistar a los trabajadores que estaban en la residencia pero ninguno quiso decirnos lo que pasó. Nos preguntábamos cómo, si había perros feroces, nadie los escuchó ladrar”.
Los restos de la diplomática fueron trasladados a Lee Funeral Home, local de pompas fúnebres, donde se le practicó la autopsia en que los forenses dictaminaron que el estrangulamiento fue la causa de la muerte.
Los testigos vs. Mohamed. En el curso de las investigaciones, en días subsiguientes los cuerpos policiales establecieron que Olga Fonseca llegó a Kenia el 15 de julio de 2012 como la nueva Encargada de Negocios relevando al Primer Secretario, Dwight Sagaray, de las funciones que había tomado como máxima autoridad de la misión venezolana en Kenia.
Huelga recordar que meses antes el antiguo embajador, Gerardo Carrillo Silva, había dejado su cargo en medio de graves acusaciones de acoso sexual por parte de los trabajadores de la residencia oficial. Por ello Sagaray, como Primer Secretario, había asumido la mayoría de las funciones temporalmente.
“Ella (Fonseca) estaba en el proceso de hacerse cargo de la oficina. Sin embargo, el primer secretario se había negado a entregar sus funciones”, explica Mungai en su declaración oficial.
“En la embajada estaba un hombre llamado Mohamed Ahmed Hassan, quien se hacía pasar como funcionario de protocolo del Ministerio de Asuntos Exteriores (de Kenia). Según los testigos, Mohamed era un buen amigo de Dwight Sagaray y siempre estaban juntos, incluso dormían en la misma casa”, asevera el jefe policial.
Según los testimonios de 22 testigos, cuyas declaraciones se reúnen en un grueso legajo de 70 páginas, Mohamed poseía una gran influencia sobre Sagaray y por consecuencia en la embajada y su personal. Fuentes diplomáticas afirman que este indiciado es de origen somalí, médico de profesión y con importantes conexiones familiares con miembros del Parlamento y el mismísimo Mohamed Yusuf Haji, actual Ministro de Defensa de Kenia.

“Dicen que Sagaray usaba a Mohamed para pagar sus salarios y llevar los libros de cuentas de la embajada. Se dice que él controlaba los vehículos de la embajada y solía manejar el carro oficial que lleva la bandera de Venezuela”, comentó el agente en su informe.
Los conductores nocturnos. La mayoría de los testigos entrevistados por la policía, horas y días después del hallazgo del cadáver, coinciden en que el ambiente reinante en la embajada era muy tenso desde la llegada de Olga Fonseca y parecen incriminar a Mohamed, quien se encuentra prófugo de la justicia, mientras que Sagaray es el único indiciado que permanece recluido a la espera de los resultados de la vista que tendrá lugar mañana. Se espera que Sagaray sea liberado bajo fianza o se declare la nulidad de todo el proceso (por múltiples irregularidades entre las que resalta que fue detenido mientras gozaba de la inmunidad diplomática) como pide una de las mociones introducidas por la defensa del venezolano.
Una serie de sucesos extraños acaecieron los días que precedieron a la muerte de Fonseca: “Mohamed Ahmed Hassan, quien no era empleado de la embajada ni del Ministerio de Relaciones Exteriores de Kenia, reunió a los trabajadores con la intención de presentar una demanda contra la fallecida por su intención de despedirlos. De hecho, abrió un expediente con el bufete del abogado Ngure Mbugua”, refiere el investigador policial.
El 26 de julio, Hassan y Sagaray anduvieron en uno de los carros de la legación venezolana conducido por el chofer Muigai Francis Mwangi quien a las 5 pm los dejó en el Campus de Derecho de la Universidad de Nairobi. A las 7:30 pm los buscó allí y llevó a Sagaray a su casa pero llamó a Kevin Aroke, el otro conductor de la embajada, quien lo acompañó para dejar a Mohamed en un local llamado Maggie’s, donde se quedó bebiendo con otras personas.
Una vez allí, Mohamed decidió quedarse con el auto y les dio dinero para el taxi a ambos choferes. Kevin se marchó a su casa, pero Mwangi hizo una parada para comprar comida y finalmente llegó a la residencia oficial donde vive junto a los otros empleados domésticos a las 11:30 pm. Horas después, mientras se encontraba profundamente dormido, Mwangi oyó un ruido extraño fuera de su cuarto y se levantó para mirar que pasaba.
Al abrir la puerta vio a Peter Busi, el chef de la residencia, que estaba siendo apuntado por un hombre joven con algo que parecía una pistola: “Mwangi recibió órdenes de que regresara a su cuarto y nunca dijera lo que había visto. Regresó a la casa, pero no cerró bien la puerta. A través de una rendija, identificó a Mohamed Ahmed Hassan. Mohamed lo vio y le ordenó que se encerrara adentro amenazándolo con que si alguna vez le oía hablar sobre el incidente, se enfrentaría a su ira. Mohamed le dijo que quería ver a la embajadora porque ella tenía algunos documentos que le interesaban. Mwangi y Busi se encerraron y se durmieron”, relata Mungai.
A la mañana siguiente, el chofer se despertó a las 7 am por una llamada de Mohamed quien llamó para que buscara a Dwight.
Fue hasta su casa y al llegar el portero le dijo que el carro había llegado en la mañana y estaba muy sucio. Entonces apareció Mohamed quien le pidió que lo llevara a la embajada para sacar el vehículo oficial puesto que tenían que cambiarle un caucho que tenía pinchado.
Fonseca había prohibido la entrada de Mohamed a su residencia por eso le pedía ayuda al chofer pero este se negó pensando que querían robar el auto y luego lo culparían. Al volver a la residencia, el conductor se encontró con la tragedia.
“Más tarde, Mwangi y Busi nos contaron todo lo que había pasado con la difunta. Sin embargo, el 27 julio de 2012, todos los acontecimientos que condujeron al descubrimiento de la muerte apuntaban a Mohamed”, concluye el policía.
Cuando fueron a citar a Mohamed, descubrieron que se había fugado y se negaba a ponerse en contacto con los cuerpos de seguridad. Por ello decidieron acusar a Sagaray y continuar con la búsqueda activa del prófugo, hasta la fecha.
En los testimonios y las pruebas presentadas por la policía, no se menciona a Sagaray como ejecutor de la muerte de Olga Fonseca. 
Mañana se decidirá la suerte de este venezolano, quien espera una sentencia favorable para probar su inocencia en este caso, que ya se conoce en el mundillo legal criollo como el “Cangrejo de Kenia”
     
Fuente: Albinson Linares - http://www.ultimasnoticias.com.ve

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