lunes, 18 de junio de 2018

Exaccionista de concesionario La Venezolana narró detalles de la estafa

En mayo de 2014, Angelis Quiroz, directora del concesionario La Venezolana, fue acusada de cometer delitos de legitimación de capitales, estafa continuada y asociación para delinquir. La empresa fundada por su padre ha sido investigada por la estafa a más de seis mil personas en la compra de vehículos. El 29 de abril de 2015, casi un año después de haberse emitido su orden de aprehensión, lapso en el que se mantuvo fuera del país, Quiroz se entregó a las autoridades venezolanas. El 1° de junio de 2018 fue liberada junto a 38 presos, 17 de ellos presos políticos, que recibieron beneficios procesales, según entrevista de El Pitazo.
Su liberación fue juzgada a través de las redes sociales, donde usuarios sugirieron incluso, cuenta Quiroz, atentar contra su vida. Dos semanas después de su excarcelamiento, la ex directora de la compañía asegura a El Pitazo que afrontará las consecuencias de los cargos en su contra, pero afirma que no es la verdadera culpable. Responsabiliza a su padre, Jhon Quiroz, y a su socio, Ramón Briceño, a quienes acusa de haberla usado como chivo expiatorio. Devela, además, el vínculo entre el ex gobernador de Vargas, Jorge Luis García Carneiro, y La Venezolana; y asevera que los vehículos sí llegaron a Venezuela, aunque desconoce su destino.

—Pese a no presidir La Venezolana al momento de su intervención, es la principal acusada del presunto fraude cometido por la empresa. ¿Cuáles son las razones?

—Me implican porque mi papá me regaló acciones de la empresa. Pero la compañía no era mía. Yo me encargaba del manejo de personal, y nunca estuve vinculada a la venta de los vehículos ni nada. Tampoco era lo mío, y no estaba en absoluto feliz de trabajar ahí. Cuando intervinieron la empresa, mi papá me sacó del país a la fuerza. Yo no quería irme. Soy abogado y había trabajado durante seis años en la administración pública, en auditorías. Quería saber qué pasaba y cómo podíamos actuar. No sabía qué estaba ocurriendo. Afuera de Venezuela, el 6 de junio de 2014, supe que estaba solicitada y que habían dicho en los medios de comunicación que había huído. No me fugué. Salí caminando normal. Nunca me oculté.

Cuando tenía tres meses ya en Colombia, mi papá me abandonó. Sin dinero, sin documentos, incomunicada. Desde que empezó todo, él me me dejó sola. Caí en depresión, y 11 meses después, decidí entregarme. Logré, finalmente, comunicarme con él para decirle lo que haría. Pensaba que, entonces, él haría lo mismo. Cuando hablamos solo me dijo: “No eres capaz”, se rió y me colgó. Tuve que vender mi anillo de graduación para poder comprar un pasaje y regresarme a Venezuela.

—Si usted no es culpable de esta situación ni de las acusaciones en su contra, ¿por qué se entrega?

—Yo no nací para huir. No imaginaba mi vida fingiendo ser otra persona, en otro país. Para mí era mejor venir, afrontar. En el Sebin, hasta los funcionarios me decían: “Yo siendo tú no me hubiese entregado”. Pero es que era como vivir en otra cárcel. Es horrible caminar por la calle, escuchar una sirena, y pensar que te van a agarrar. Luego, estaba presa, sí. Pero, al menos al comienzo, dormía en paz.

Yo me imagino que cuando la gente escucha mi nombre se imaginan unos tacones, 20 mil escoltas y una camioneta super blindada, y no es así. El que no la debe no la teme, si no ¿por qué aguantaría tres años y tres meses en prisión? La gente eso no lo entiende.

Cuando me entregué, tenía la disposición de ayudar a las personas perjudicadas. Pero, tras la intervención, congelaron todos los bienes de la empresa y los personales. Ellos quedaron desprotegidos jurídicamente, igual que yo. Yo no tenía millones, como se cree. Tenía mi salario nada más. Durante el proceso me robaron mi carro, mis cosas, hasta mi ropa. (PULSE AQUÍ PARA VER MÁS)

Fuente: Con información y entrevista de Johanna Osorio Herrera - https://elpitazo.com - (PULSE AQUÍ)

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