De ese monto, un millardo correspondía a Oswaldo Cisneros, el empresario venezolano dueño de Digitel que, sentado frente a Maduro, dejó clara esa tarde su incursión en el mundo petrolero. La encomienda presidencial no era menor: Cisneros y su participación debían contribuir con triplicar la producción de crudo de unos pozos en Monagas en un plazo de 5 años.
La firma del acuerdo sorprendió a observadores del negocio petrolero por la inesperada incursión del magnate de las telecomunicaciones, obviando a los otros dos emprendedores. El caso retrata la ávida determinación de nuevos actores, incluso de otras áreas, por auxiliar financieramente a Pdvsa y, así, entrar en sus negocios tomando las plazas que los socios tradicionales dejan en el país, agotados de lidiar con una empresa en declive y en medio de una economía de posguerra.
Fuente: Con información de Fabiola Zerpa - https://armando.info
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