miércoles, 10 de enero de 2018

La hiperinflación en Venezuela, vista por analistas

El 2017 representó para Venezuela un hito histórico. Fue un año colmado de dificultades sociales, económicas, políticas y humanitarias. Cerró entre el default, la hiperinflación y el cuarto año de contracción económica consecutivo. La mesa está servida para que 2018 sea el año más difícil de nuestra historia moderna, y el Ejecutivo parece reacio a tomar medidas económicas que eviten un agravamiento del desastre, de acuerdo con un análisis de Asdrúbal Oliveros, Guillermo Arcay, Jean-Paul Leidenz en prodavinci.com. En este sentido, conviene anticiparnos al desenvolvimiento de nuestro proceso hiperinflacionario, el cual reúne características particulares que merecen ser resaltadas.

Anteriormente hemos hecho referencia en Prodavinci a los procesos hiperinflacionarios latinoamericanos de la década de los 80. Si bien existen múltiples coincidencias en términos de restricciones al crédito externo, presiones derivadas del ciclo electoral y antecedentes prolongados de inflaciones altas (aunque estables), el caso venezolano se distingue por la presencia de una élite gobernante de profunda convicción marxista.

Una hiperinflación latina-bolchevique

Desde enero de 2007, los Planes de la Nación (Planes de la Patria) han señalado la intención de hacer transitar al país hacia un sistema socialista de inspiración marxista y “bolivariana”, con peculiaridades venezolanas. Evidencia de que esta intención no ha sido un mero ejercicio retórico, podemos hallarla en la proliferación de controles de precios relativos, expropiaciones de “sectores estratégicos”, incremento de 52,7 puntos porcentuales en la participación de las importaciones públicas sobre el total importado y el establecimiento de consejos comunales (soviets) con capacidades para regular la participación del reducido sector privado.

En este contexto, conviene revisar los episodios históricos de hiperinflaciones que han sido estabilizadas durante regímenes comunistas. Si se descartan los casos de naciones satélite exsoviéticas en los 90 por haber transitado hacia un tipo de economía más abierta, el caso chino (1943-1945) por su inicio previo al ascenso de Mao, y el de Zimbabwe (2007-2008) por no haber sido estabilizado efectivamente, resaltan entonces los casos de Rusia (1921-1924) y Hungría (1945-1946) como aquellos donde el comunismo causó una hiperinflación, la estabilizó, y posteriormente se consolidó.

En caso de la Rusia soviética, se trató de una hiperinflación desatada por factores endógenos, debido a los desequilibrios macroeconómicos generados por el “Comunismo de Guerra” leninista y sus políticas ideológicamente intransigentes. En el caso de Hungría, además de ser la peor hiperinflación registrada en la historia, se trató de un episodio acompañado por una severa contracción de la economía y presión diplomática y fiscal insoportable. En el primer caso, la ausencia de financiamiento internacional constituyó un obstáculo fundamental para la estabilización mediante un programa de ajuste. En el segundo caso, se intentaron políticas heterodoxas que agravaron notablemente la espiral de precios.

Las coincidencias con el caso venezolano saltan a la vista. Para poder comprender lo que nos depara el futuro económico inmediato, será necesario combinar el conocimiento sobre los procesos latinoamericanos con la experiencia histórica de los episodios soviéticos. (PULSE AQUÍ PARA VER MÁS)

Fuente: Con información de Asdrúbal Oliveros, Guillermo Arcay, Jean-Paul Leidenz - http://prodavinci.com

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