Un dron es perfecto para la vigilancia. Son sigilosos, pequeños, ágiles y versátiles. Su definición formal es la de vehículo aéreo no tripulado. Son capaces de realizar, de manera autónoma, un vuelo sostenido y controlado. Además son reutilizables y pueden tener motores de explosión, a reacción o eléctricos. Este último tipo es el que se utiliza en ambientes urbanos.
No solo en Miranda se han utilizado. En Palma Real, al norte de Valencia, se reportó que hubo drones recorriendo la urbanización que, desde el inicio de las masivas protestas antigubernamentales en abril, ha sido un símbolo de la resistencia. Misma receta: sobrevuelos de reconocimiento y luego allanamientos masivos.
La compra y utilización de drones para la vigilancia en operativos de inteligencia es una política de Estado.
El ministro de Interior, Justicia y Paz, Néstor Reverol, anunció la compra de drones para reforzar los dispositivos de seguridad llamados “cuadrantes de paz”. Hizo el anuncio el 17 de enero de este año. El mayor general detalló que para ese momento había instalado 2.119 cuadrantes. La meta era de 2.300 al finalizar 2017. Entonces, era momento para que el Gobierno se fuera de compras.
Trabajadores de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) en Monagas (Petromonagas) filtraron un documento que prueba que el Gobierno destinó 7 millones 484 mil 170 dólares para comprar drones, a través de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim). La aprobación del contrato la hizo Edgar Sifontes, presidente de la estatal petrolera. (PULSE AQUÍ PARA VER MÁS)
Fuente: Con información de Luis Alejandro Borrero - https://elpitazo.com
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