miércoles, 1 de febrero de 2017

Domo José María Vargas: el desgaste de una obra sobreutilizada

A menos de un mes para el inicio de la LPB, el recinto muestra su peor rostro. Robos, espacios deteriorados y problemas de logística afectan a los incontables usuarios de la instalación litoralense, que no se da abasto ante la creciente población de atletas de la entidad y la escasez de lugares para la práctica deportiva

Un amplio gimnasio techado y una cacha de fútbol conforman el Polideportivo José María Vargas, en La Guaira. Sus instalaciones, únicas en la entidad, son usadas para la práctica de fútbol, futsal, voleibol, baloncesto y boxeo de niños, jóvenes y equipos profesionales, como Bucaneros de la Guaira o Caciques de Venezuela. Pero su mantenimiento no es suficiente y, tras apenas siete años de fundación (2008), el recinto padece las consecuencias de su exclusividad.

El incontable número de usuarios, aunado a la falta de una logística adecuada, provoca choques de horarios entre los clubes que entrenan en el lugar. Suelos agrietados, butacas deterioradas y goteras se suman a los problemas, que no cesan, pues, recientemente, la inseguridad también se unió a la larga lista de fallas.

El proyecto inicial prometía un lugar de disfrute para atletas de decenas de disciplinas, incluyendo natación y beisbol. No obstante, la realidad es totalmente distinta.

Entren que caben cien

En Vargas, como el domo no hay dos. El recinto es la única instalación pública apta para deportes de salón en toda la entidad, pues los gimnasios verticales construidos con dicho fin aún no han sido inaugurados, debido a un injustificable retraso en su construcción.

Por ello, clubes de todas las categorías, en diversas disciplinas como futsal, baloncesto, voleibol, tenis de mesa, balonmano y boxeo, acuden a diario al sitio para llevar a cabo sus entrenamientos.

Su exclusividad lo convierte, además, en sede de eventos de envergadura como la Liga Profesional de Baloncesto, la Liga Nacional de Voleibol, la Liga Regional de Futsal, carteleras como la Serie Mundial de Boxeo, eventos como El Reto o La Batalla, de Júpiter Fight Boxing, e incluso, de los Preolímpicos de voleibol y boxeo, previos a Río 2016.

No obstante, su mantenimiento no es equivalente a su exagerado uso. La logística para organizar a sus usuarios también juega en contra de entrenadores y atletas.

“Esta es una instalación para el alto rendimiento, pero como no existe un recinto para cada deporte, todos debemos entrenar aquí, y a veces chocan las actividades”, señala Marcelo Arias, director técnico del equipo de voleibol de Bucaneros de La Guaira.

“El lugar nunca descansa, porque no hay suficientes gimnasios en el estado. Sería ideal que existieran al menos 2 ó 3 más”.

Asegura que los administradores del recinto hacen lo posible por mantenerlo en condiciones adecuadas, pese a los inconvenientes que aquejan a los usuarios.

“El domo es un sitio muy agradable. A veces no tenemos aire acondicionado, y cuando llueve nos afectan las goteras, pero los espacios suelen estar limpios. Entrenar aquí es una facilidad que nos ofrece el equipo y la aprovechamos al máximo”.

Sharol Renault, integrante del conjunto de baloncesto de Bucaneras, de la selección nacional femenina y planificadora del Instituto de Deportes de Vargas, coincide con Arias.

“El domo está un poco deteriorado, pero intentamos mantenerlo en buenas condiciones para los juegos. La gerencia hace un buen trabajo, pero no se dan abasto. Aquí se realizan eventos deportivos, políticos y hasta religiosos, en un lugar que debería estar destinado sólo para el uso del alto rendimiento”, apunta.

Señala, además, que los pasillos del lugar no poseen aire acondicionado, situación que afecta a quienes hacen vida en el recinto, ubicado en una región bastante calurosa. “Tenemos aire sólo en el área central, y no podemos prenderlo siempre porque consume mucha energía. Es necesario buscar una solución”.

A estas precariedades se suman problemas de infraestructura, como grietas en el suelo alrededor del tabloncillo, que aunque no afectan el desarrollo de las prácticas deportivas, dan una apariencia descuidada a la instalación.

“Esos huecos se formaron después de los Juegos Deportivos Nacionales de 2013. El balonmano tendría su sede en el domo JMV y se instaló una cancha, con un sobrepiso; pero luego, en una inspección, la federación determinó que las medidas no eran adecuadas”, relata Renault. “Lo despegaron y se mudaron para la Escuela Naval. Ese proceso ocasionó las grietas, que cada día se ponen peores”.

Acceso que favorece a la delincuencia

Todos, deportistas o no, pueden ingresar al Domo José María Vargas. Así lo comprobó el equipo de El Estímulo durante una visita realizada durante el último trimestre del 2016.

La falta de personal de seguridad en las instalaciones ha desencadenado en numerosos robos a atletas, entrenadores y padres que, pese a haber denunciado los hechos ante las autoridades competentes, no han presenciado medidas eficientes.

“Aquí los asaltos son periódicos. Han entrado con pistolas al campo, y le han quitado todo a los muchachos y sus papás”, relata Carlos Pinto, presidente de la Liga de Fútbol Menor de Vargas, que funciona en el estadio adjunto.

“Hace poco entró un hombre con una moto hasta el terreno y nos atracó. El último robo fue en diciembre, cuando se metieron a nuestras oficinas, detrás de las tribunas, y se llevaron todo. Cargaron con sillas, ventiladores, trofeos y los implementos deportivos. Estamos entrenando gracias a una donación que nos hicieron, porque ellos nos dejaron sin nada”, afirma el dirigente.

El acto delictivo incluyó el hurto del cableado eléctrico del recinto, que perjudica el desarrollo de las prácticas de balompié de las categorías menores de la entidad. “Ahora, como no tenemos luz, sólo podemos entrenar de día”.

Pero ni siquiera la presencia de atletas limita a los ladrones y vándalos. “Aquí se han robado carros, motos, baterías, a toda hora. Por si fuera poco, a plena luz del día, se meten a fumar marihuana detrás de las tribunas o a tener relaciones sexuales. No podemos permitir que esto siga ocurriendo. Hemos denunciado esto muchas veces, pero sólo nos mandaron unos policías que duraron aquí mes y medio y se fueron”.

Pinto comenta que, recientemente, la liga y las asociaciones deportivas que utilizan el recinto se reunieron con personal de Infravargas, para solventar dicha situación y asuntos de infraestructura, como el mantenimiento de la grama. “Nos dijeron que van a solucionar los problemas que planteamos. Esperamos que sea así y que las cosas mejoren. Seguiremos insistiendo”.

¿Y el complejo de piscinas?

Un estadio de fútbol y un gimnasio cubierto conforman el Complejo Polideportivo José María Vargas; no obstante, el proyecto original de la obra, diseñada e iniciada por la empresa Conacero C. A., dista mucho del recinto ubicado en la avenida Carlos Soublette.

El listado de obras de la compañía, según el Registro Nacional de Contratistas, establece que la instalación contaría con “complejo de piscinas, coliseo para 10.000 personas sentadas (95 x 115 mt de luz libre), 2 estadios de baseball juvenil e infantil, 2 gimnasios cubiertos de usos múltiples, estadio de football con pista de atletismo y estacionamiento con capacidad para 1.500 automóviles”.

Mario Gerlotti, presidente de Conacero, explica que pese a diseñar el complejo, la Gobernación de Vargas sólo le asignó a su empresa la construcción de la primera etapa, iniciada en el año 2000 y culminada en 2003, según consta en el RNC.

“Nosotros hicimos la parte más difícil. Nos encargamos de la arquitectura e ingeniería de la obra y construimos toda la parte de infraestructura y superestructura. Levantamos las gradas, las estructuras metálicas y los techos, en aproximadamente dos años. El proyecto es 100% nuestro, pero sólo nos encargamos de la Etapa I. El acabado se lo asignaron a otra compañía”, asevera el directivo.

Gerlotti explica que los acabados abarcan la instalación de sillas plásticas, la iluminación y las instalaciones eléctricas, entre otros aspectos. Desconoce las razones por las que la Gobernación no le asignó la culminación del domo.

“Nosotros trabajamos con un presupuesto de alrededor de 9 millones de bolívares. No sé quien culminó el recinto, pero sabemos que gastaron muchísimo más de lo que invertimos nosotros, al menos unos 50 millones. Esos detalles los pueden responder las autoridades encargadas”.

Para contrastar la información aquí publicada, el equipo de El Estímulo intentó comunicarse en reiteradas oportunidades –sin éxito- con la ingeniera Enid Méndez, quien fungía como presidenta del Instituto de Infraestructura de Vargas (Infravargas) durante la construcción de la obra. El coronel José Manuel Suárez Maldonado, actual director, tampoco pudo ser contactado.



Fuente: Johanna Osorio - http://elestimulo.com

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