Es sábado en el valle caraqueño; la lluvia ha caído y el temor de las féminas que van a peluquearse es perder el trabajo y, por supuesto, los realitos por el secado, pero ese no es el caso de la mujer morena.
La senadora sonríe; esta feliz de recibir un cariño, y se olvida por un momento del conflicto de Colombia. Es el instante de relax. Lo único que no es tocado es su cabellera.
Sale con un turbante azul, con flores, vestida con un mono deportivo de tono rosado. Detrás cinco escoltas, quienes toman las previsiones; se cercioran que haya algún agresor; la rodean, y luego ordenan que traigan el vehículo: Una camioneta último modelo, color blanco, blindada.
Dos de los guardaespaldas van delante; tres al lado de ella. Córdoba va tranquila; no está en la selva, en medios de bombardeos; camina en un país tranquilo, amante de la paz y respetuoso de las posiciones que ella acoge y que defiende con vehemencia en Bogotá.
Es la nación que ella quisiera vivir; donde la gente pueda ir a una peluquería y no temer a un sicario, y donde no necesitaría escoltas, aunque en Venezuela, las cosas están feas que, hasta los más conspicuos funcionarios, que se adjudican el “fervor popular”, andan con vehículos antiplomo y con agentes por todos los lados.
Fuente: http://www.codigovenezuela.com
la misma que volaba en los aviones de Antonio Korol
ResponderEliminar