domingo, 30 de mayo de 2010

A “el gordo kike” no lo quieren ni en La Pica

El 22 de abril de 2002, Juan Carlos Rodríguez Martínez fue trasladado de las celdas de la Policía de Sotillo al Internado Judicial de Monagas. Al llegar a La Pica, “el gordo kike” fue recibido con una ráfaga de balas, una de éstas impactó su cara.
A dos años del traslado de Juan Carlos Rodríguez Martínez, conocido como “el gordo kike”, al Internado Judicial de Monagas, éste aún no ha podido calar entre la población reclusa.

Después de una larga peregrinación por varios centros penitenciarios de la zona norte de Anzoátegui, fue en abril de 2008 que este conocido filicida pidió ser llevado a la cárcel de La Pica.

La mañana del 22 de abril de 2008, “el gordo kike” abandonó las celdas de la Policía Municipal de Sotillo (Puerto La Cruz), tras ser condenado a 23 años de prisión por la muerte de su pequeña hija María Cristina Oyola, ocurrido en 2002.

Comisiones de Polisotillo y de la Guardia Nacional escoltaron al peligroso antisocial hasta la penitenciaría monaguense, a donde ingresó la tarde de ese mismo día.

Sin saber cómo le iría en este nuevo ambiente y creyendo que iba a lograr la aceptación de los reclusos, como poco a poco lo hizo en Puente Ayala y Polisotillo, Juan Carlos Rodríguez llegó al lugar donde pasará la mayor parte de su condena.

Sin embargo, los reos de La Pica ya esperaban a “el gordo kike”, habían sido avisados del traslado de este hombre y tenían instrucciones que debían cumplir.


Difícil vida carcelaria
Una ráfaga de balas recibió a Rodríguez Martínez ese 22 de abril. Uno de los proyectiles alcanzó a herirlo en la cara, pero por suerte de éste no causó daños mayores.

Desde ese día “kike” ha tratado de integrarse, pero los “pranes” de La Pica no lo han dejado. Con la verborragia que lo caracteriza, Juan Carlos ha intentado ganarse a los reos ofreciéndoles asesorías legales y otros favores, pero la mayoría se ha mantenido firme.

Cabe destacar, que el 11 de enero de 2002, cuando “el gordo kike” fue privado de libertad por los delitos de asesinato y abuso sexual en contra de su propia hija; éste fue llevado al Internado José Antonio Anzoátegui, en Barcelona.

Al llegar a Puente Ayala, los reclusos lo recibieron con una lluvia de balas, de la que efectivos de la Guardia Nacional salvaron a “kike”.

Con el transcurrir del tiempo Rodríguez Martínez fue congeniando con los demás internos, a quienes facilitaba una mejor calidad de vida dentro de la prisión capitalina.

Por razones desconocidas, “el gordo kike” fue sacado de Puente Ayala y enviado a los calabozos de Polisotillo, donde también fue mal recibido.

Los reclusos de la comandancia municipal le propinaron una golpiza a Juan Carlos Rodríguez. Para la época hubo quien comentó que “kike” había sido violado por sus compañeros de celda, como venganza a las atrocidades que éste le hizo a su pequeña.

Sin embargo, las mismas estrategias que aplicó en Puente Ayala las empleó en Polisotillo.

El asesino les ofrecía a los reos apoyo legal y económico, con la finalidad de adquirir un buen estatus dentro de la comunidad penitenciaria.

Por sus conocimientos en la rama legal y la labia que lo caracteriza, éste se convirtió en el vocero de presos de la Policía de Puerto La Cruz, siendo quien se comunicaba con las autoridades cuando se suscitaba algún tipo de problema dentro de los calabozos.

A pesar de que la vida carcelaria de “el gordo kike” ha sido conocida muy bien; de quien no se pudo saber detalles fue de Gilma Margarita Oyola, pareja de Rodríguez y madre de la fallecida niña.

La última vez que se supo de ésta mujer fue en 2002, cuando fue recluida en las celdas de Polianzoátegui.

Oyola debía cumplir condena por los delitos de homicidio y abuso sexual, ambos en grado de complicidad.

Pero fuentes extraoficiales informaron que esta fémina no se encuentra en los calabozos de la policía regional.

Familia en desgracia
Juan Carlos Rodríguez no era una blanca paloma, ya que estaba vinculado con estafas, extorsiones y venta de drogas en locales nocturnos de Lechería.

Sin embargo, su desgracia inició el 9 de enero de 2002, cuando una comisión de la Policía de Urbaneja lo apresó junto a Gilma Margarita Oyola, por la muerte de su hija.

Cabe destacar que el 3 de enero, Juan Carlos Rodríguez pasó buscando a Gilma Oyola y a la hija de ambos, para que pasaran unos días con él en su casa en Lechería.

Presuntamente, el 5 de enero, la pequeña María Cristina de 13 meses de nacida se cayó de la cama donde dormía y tras un ataque de rabia su progenitora le propinó una golpiza.

Mientras que el día siguiente, la niña volvió a sufrir una caída, esta vez de un sofá-cama de 90 centímetros de altura, supuestamente.

A las 9:30 de la mañana del 6 de enero, los padres de la menor la llevaron a la Clínica El Morro, donde fue atendida por especialistas quienes le diagnosticaron a la infante múltiples traumatismos.

Los médicos le manifestaron a Juan Rodríguez y Gilma Oyola que debían regresar con la niña en la tarde, para ver la evolución de mostraba.

Pero fue a las 8:00 de la noche, que estos volvieron con la niña muerta entre sus brazos.

Los galenos le observaron a la pequeña una serie de heridas que, según el conocimiento de éstos, no pudieron ser efectuadas por la caída que sufrió.

Los golpes eran más intensos, además, presentó secuelas de abuso sexual de vieja data.

Fuente: Mercedes Ávila - http://www.elnorte.com.ve

3 comentarios:

  1. MOSCA QUIEREN SOLTAR A ESTE ... EN PUENTE AYALA ESTAN HACIENDO AUDIENCIAS ESPECIALES PARA PONERLO EN LIBERTAD ESTA MUY ENCONPINCHADO CON ADOLFO CARRILLO DIRECTOR DEL PENAL

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