domingo, 25 de abril de 2010

"Cuando tomo, soy delicado"

El motor de la camioneta ruge fuerte. 50 g de cocaína y alcohol mezclados en el cuerpo del piloto lo aceleran. Hay delirios: sicarios y secuestradores. Todos son enemigos, hasta su esposa. Existe también una excusa: un pasaporte extraviado.
"Yo voy para Caracas a resolver el extravío del pasaporte porque ya me voy para Cuba. Así que tranquilos". Algo así, recordó la abogada Nilda Mora, dijo el campeón mundial de boxeo, Edwin "el Inca" Valero, para despachar a los funcionarios de la Policía del estado Mérida que le servían de custodia personal en su tierra, por ser una figura pública y no por algún proceso penal. El sábado 17 de abril a las 12:05 del mediodía se despedía de ellos y emprendía su camino a Caracas, con su esposa, Yenifer Vieira.
Son pocos los detalles que hay de las casi doce horas en el asfalto. Se sabe de puntos de control donde había algún uniforme, quizás de Guardia Nacional como él mismo lo dijo en sus testimonios cada vez más aderezados. Esos eran sus enemigos, los que pretendían secuestrarlo o asesinarlo por encargo de su esposa, dijo en medio de sus alucinaciones.

A las 11:30 de la noche se estacionó en el hotel Tacarigua Intercontinental de Valencia. Había que resguardarse porque lo perseguían desde Barinas, aseguró el propio campeón en una de sus versiones.

Le dieron primero una habitación. Entró. A los pocos minutos salió y pidió otro cuarto, uno que sí fuera seguro. Sentía que los perseguían. Le dieron el 624. A las 2:05 de la mañana del domingo 18 de abril entraron. Dijo que 20 personas lo invadieron... Después se quedó solo. Más droga y licor. Dijo que se acostó con su esposa y aseguró haberse dormido. Pocas horas después despertó con las manos llenas de sangre... su mujer estaba muerta a su lado. Se había desangrado por tres cortes repartidos en el cuello.

Él arregló todo. Se bañó, lavó unas toallas y llamó por teléfono -dijo una prima de Yenifer al diario Líder- para informar que un sicario la había matado. Luego trancó la llamada y salió de la habitación rumbo a lobby. Estaba nervioso. Se acariciaba con fuerza las manos. Se tomó un café y se sentó. Seguía sobándose. De pronto pidió que llamaran a su cuarto. Que llamaran a su esposa. Los que estaban de guardia obedecieron. "No atiende", le dijeron. "C... la maté", dijo él.

Querían con él, menos él

A las 8:30 a.m. de ese domingo "el Inca" caminaba por el estacionamiento que le da la bienvenida a los detenidos que llegan a los calabozos de la Comandancia General de la Policía del estado Carabobo, ubicado en la avenida Navas Espínolas, de la capital del estado. Caminaba esposado. Adentro viró a la izquierda. Atravesó un estrecho pasillo, pasó una reja, continuó el recorrido y rápido llegó a la celda número cuatro. Los reclusos que estaban en la tres aupaban al campeón y pedían estar con él. Pero la orden era tenerlo solo.

Pronto llegó el director del Cicpc, comisario Wilmer Flores, y personalmente lo entrevistó. A él contó su primera versión.

Después habló por teléfono con el ministro Tarek El Aissami. Luego lo mandaron a cambiarse de ropa porque la que llevaba tenía interés criminalístico, así que se puso, contaron fuentes policiales, un mono vinotinto. A medida que pasaba el día el calor apretó en la celda y "el Inca" se quitó la chaqueta y así, con medio cuerpo desnudo recibió a las visitas que llegaron.

Necesitaba hablar. Lo hacía con los guardias, con los reclusos, con él mismo, de nuevo con los guardias. No quería quedarse solo. Sus recuerdos comenzaban a clarificarse.

"Yo me j... cuando agredí verbalmente a una PTJ en el hospital Clínico Universitario de los Andes que no me dejó ver a mi esposa. Yo estaba drogado y borracho. Ahí me empecé a j... ", le contó, dijo un policía, a una de las visitas. Su realidad estaba aún distorsionada. El campeón se refería a la doctora que no lo dejó ver a su esposa cuando el 25 de marzo fue a visitarla en el centro asistencial. La joven estaba allí recluida desde el 20 por una golpiza que, según la familia de ella, él le dio. Según la propia Yenifer, sus traumatismos fueron producto de una caída.

Ese día lo procesaron y tras un informe psiquiátrico forense, lo remitieron al hospital San Juan de Dios de la ciudad de Mérida. Aquel estudio hecho por Javier Piñero Alvarado psiquiatra forense, concluyó: "Consumo de alcohol desde los 9 años, cannabis a los 11, cocaína a los 12 años, heroína, éxtasis y crack eventual. Frecuencia diaria para consumo de cocaína y alcohol en cantidad variable mayor a 10 gramos... ". El mismo Valero se describió en ese informe: "Soy buena persona. Cuando tomo soy delicado".

Las últimas horas

El campeón comenzó a deprimirse dentro de la celda en Valencia. Por eso el Ministerio Público que había recomendado que estuviera solo por su alta peligrosidad, también recomendó llamar a un psiquiatra que lo sedara, explicó una fuente de la policía. Pero el especialista nunca llegó.

Con un jeans, que aún no se sabe quién al fin se lo llevó, "el Inca Valero" se ahorcó. Antes, se colocó en la boca una foto de él con sus hijos.


Revolución de pacientes

Cuatro días después de haber sido detenido en el estado Mérida, el 28 de marzo, el tribunal seis de Control ordenó que pasara cinco días en el hospital San Juan de Dios para que se desintoxicara y trataran sus "problemas mentales". Desde ese día, según certificó la directora médica del centro Lourdes Méndez, el paciente quedó recluido en el área de Emergencia. Ahí estuvo hasta el lunes 5 de abril, recuerda su abogada Nilda Mora. "En el tiempo que estuvo adentro sintió, creo yo, una necesidad de compartir y socializar con la gente de adentro. Se sentía solo", dijo Mora.

Ese sentimiento fue quizás el que lo impulsó a armar pelotas de fútbol con toallas dentro del psiquiátrico para organizar contiendas de fútbol entre los pacientes. También lo llevó a enseñarles algo de boxeo.

Cumplido el tiempo, fue trasladado hasta los calabozos del Cicpc de nuevo. El 8 de abril el tribunal Sexto de Control del estado Mérida le otorgó, luego de que la fiscalía lo solicitara y su mujer declarara que él no la había golpeado, una medida cautelar sustitutiva. Sin más, el campeón mundial de boxeo salió de las celdas de la policía. Yenifer lo esperó afuera y agarrados de la mano se fueron juntos a casa.

Ya el viernes 9 de abril estaba todo listo, recordó Mora para que "el Inca" viajara a Cuba. El juez había girado un oficio autorizando la tramitación de la salida del campeón rumbo a Cuba. "Saldría con la Fundación Pueblo Soberano de la Presidencia el día viernes a las 11:00 a.m. desde Maiquetía", agregó la abogada.

Pero el campeón nunca llegó a la cita. Días después daría una excusa, la misma que luego le serviría para irse a Caracas: se le había perdido el pasaporte.

Fuente: María Isoliett Iglesias /Nora Sánchez - EL UNIVERSAL

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